Revolucion serie

Por Cicco. La anunciaban como la nueva serie producida por el creador de Lost. Linda pinta tenía “Revolution”. Brillante idea. De un día para otro, zás apagón total en el planeta. Las causas desconocidas. La historia salta 15 años más tarde, donde las milicias que se hicieron con las pocas armas que había, toman el poder, someten a la gente, y cometen toda clase de atrocidades, en fin, nada que no vea a diario en los noticieros. La gran incógnita y la lucha central de Revolution gira en torno a quién obtendrá el secreto que, parece, podría devolver la electricidad al planeta. Si la milicia la tiene, son amos y señores del mundo. Hasta ahí, dvino todo. Pero, el apagón también le llega a los creativos de la serie. Y demasiado pronto.

 

No hay peor mal en una tira o en una película que uno no haga contacto con los protagonistas. Es así: o uno se enamora de los personajes, o no se los banca. No hay término medio. O ponés tu corazón cada semana en las manos de un puñado de gente luchando por salir adelante en la pantalla, o te lo guardás para otra oportunidad.

Puede ser una historia con altas dosis de adrenalina en sangre, pero a uno, si el personaje no le contagia las emociones necesarias para sentirse parte de la trama, nada sucede. Es como una chica que, en teoría debería ser una belleza, pero en la práctica uno la ve y, la pucha, nada.

¿Por qué será que no funciona Revolution, con tanta plata detrás, una idea con tanto potencial a sus espaldas y ya con una temporada en el aire? ¿Por qué convence tan poco la historia de la niña que quiere vengar a su padre ultimado a manos de la milicia? ¿Será porque la chica parece tomada de un casting de Pancho Dotto y aún metida en medio de la selva y sin tecnología a la vista, mantiene su cutis intacto y su peinado siempre brillante siempre Sedal? ¿Será que su tío convence poco, un tipo que debería ser un pillo y un patán, que lucha contra la culpa por haber dirigido y concebido la milicia que hoy comete tantos atropellos? Su tío, un hombre duro y experto con la espada al que todos temen, menos aquel que ve la serie. En lo personal, el tío, columna vertebral de la tira, se desemoronó apenas ví cómo la sobrina lo tenía de acá para allá como un monigote. ¿Un duro traído de los pelos por una veinteañera? Vamos, déjense de hinchar. ¿Quíenes son los guionistas de esta serie? Alguien que les sirva un café, por favor. Están todos dormidos, escribiendo cada capítulo con los pies. Los personajes parecen arrastrados por la historia sin voz ni voto. Revolution dispara interrogantes pero no de los buenos, uno se pregunta cosas como: ¿es tan idiota el tío que se ocupa de si su ex novia sale con otro cuando están por ser rodeados y acribillados por la milicia? No es gracioso. ¿No hay nadie ahí en el equipo de creativos que transforme al gordito de la remera de AC DC que trabajaba en Google en tiempos de la electricidad, en algo mejor que un tipo simpático y miedoso, y medio pelandrún?

En fin. Una serie que tarda media docena de capítulos en rescatar a un hermano rubio y más modelo que la protagonista, que, además, se puede defender por sí solo, que no tiene un solo rasguño, que sus sufrimientos parecen de plástico y comprados en cuotas en Falavella, vamos, muchachos, pónganle media pila y un poco de realidad a la serie. Así no vamos a ninguna parte.

Revolution se suma a una tanda de decepciones televisivas que buscaron conjugar realidad y fantasía: desde Alcatraz que prometía ser el legado de Lost, a The Event con unos primeros capítulos cargados de intriga y promesa. También “Once upon a time” con una temporada inaugural sólida y redondita, cayó, en la segunda en la pavada total, pasó de ser una serie adulta a una para transmitir en Discovery Kids. Una pena. Extrañamos tanto a Lost.