euros y prostis

Por Cicco. Sucedió en España. Y como podía esperar, la noticia dio al vuelta al mundo. La crónica decía que un hombre olvidó de extraer dinero en el cajero -700 euros para ser exactos- y dos mendigos que pasaban por ahí se llevaron la plata. ¿Qué hicieron con ella? Bueno, habrá visto el título de esta nota. No me haga ponerme repetitivo.

 

Los mendigos eran dos, uno tiene 42 y el otro 45, suponemos que eran amigos. Y que la vida los llevó a uno y otro, a dedicarse al viejo oficio de pedir dinero y vivir de las sobras. Un oficio casi tan viejo como el de la prostitución. Es por eso que, ambas ocupaciones se sienten tan hermanadas al punto que, cuando los mendigos encuentran algo de dinero, como sucedió con esta historia, lo primero que hacen es darles ocupación a las prostitutas. Son gente, amorosa como verá. Compañeros en las malas.

Pero estos dos amigos indigentes en cuestión, siempre pasaban la noche en un cajero en Albacete, España. Y allí fue donde el cliente del banco se olvidó sus 700 euros. Dada la tecnología que impera hoy en día, la entidad llamó al cliente para avisarle que no había finalizado su operación y que pasara -”vamos, rápido, gilipollas”- a buscar el dinero que aún, se creía, seguía en el cajero. Pero, claro, cuando volvió ya los mendigos habían comprado algo de comida y contratado unas prostitutas, se ignora si en ese orden o al revés, o digamos, si primero comieron, luego tuvieron sexo, y luego volvieron a comer, que es lo que haría cualquier afortunado alternando una y otra actividad hasta entrar en estado de coma.

Pero los medios pusieron el grito en el cielo: ¿unos indigentes contratando prostitutas? ¿Dónde se vio? Se supone que uno tiene que ser un idiota adinerado para pagar por sexo. Pero si está en las últimas, debería invertir en otra clase de cosas, ¿no es cierto? En el asesino serial nos propusimos analizar, qué podrían haber hecho los mendigos con ese dinero, en lugar de, en fin, vivir la vida loca.

1 – Tunear los carritos. Nada peor que un mendigo tirando de un carrito de supermercado. Nadie quiere acercarse a ellos. Les parece a la gente pasado de moda. Además, pone en duda la decencia del mendigo, porque, al fin de cuentas, ¿de dónde sacó el carrito, más que birlándoselo a un supermercado? Tunear el carrito le da un toque de sofisticación al linyera, lo cual, suponemos, acercará más y mejores clientes dispuestos a darles sus euros con sólo alquilarles el carrito un par de vuelltas manzanas.

2 – Comprar ropa y destruirla artísticamente para que su vestuario luzca más convincente. Y, sobre todo, con el aval de una marca reconocida por el público. No es lo mismo un linyera hundido en un sobretodo del año del jopo, que uno en un traje armani mordido y prolijamente tijereteado.

3 – Invertir en cartelería y gráfica. Muchas veces, el éxito o fracaso de la mendicidad está basada en una buena comunicación. A veces, los mendigos no atraen dinero de limosnas porque no transmiten con eficacia sus historias desgraciadas. Invertir 700 euros en cartelería luminosa puede marcar la diferencia. Sólo hay que usar la imaginación.

4 – Comprar un mono y un acordeón. El linyera con mono y acordeón apela al inconsciente colectivo de la gente y los mueve a tener actos piadosos que se traducirán, Dios mediante, en billetes. Aquellos artistas callejeros pobretones de siglo pasado, que hacían bailar al mono siempre les iba bien, o al menos en las películas. La única contra: deberá alimentar al mono.

Ah, antes de concluir, esta columna interesantísima nos olvidamos de contarle que los mendigos fueron detenidos. Así es, pobre gente. Los acusaron de apropiación indebida. Sin embargo, el cliente sigue en libertad. La idiotez, en este mundo, no se castiga. Sólo la viveza.