Por Javier Porta Fouz. Entre la programación del Bafici de este año hay un ciclo que celebra los 15 años del evento: 15 películas argentinas que pasaron por el festival y que eligió la filial local de Fipresci (Federación Internacional de la Prensa Cinematográfica). Dos de esas quince películas agotaron sus funciones a gran velocidad.

Una es El amor (primera parte) de Alejandro Fadel, Martín Mauregui, Santiago Mitre y Juan Schnitman. Se dio en la sexta edición del Bafici, en 2004. Uno puede decir que, bueno, en nueve años la película ya encuentra un público renovado. O que sus protagonistas ahora son muchísimo más conocidos que en ese entonces: Leonora Balcarce y Luciano Cáceres. La otra agotada a gran velocidad fue El estudiante, de uno de los directores de El amor (primera parte): Santiago Mitre. Y acá esas explicaciones ya no funcionan: El estudiante se dio en el Bafici 2011, no ha tenido ni tiempo de renovar su público. Y sus actores no han pegado el salto hasta llegar ser, por ejemplo, la cara de una publicidad masiva como en el caso de Cáceres. En 2011 El estudiante también agotó todas sus funciones en el Bafici. Pero no creí que volvería agotarlas a solo dos años de haberse presentado, y me resultó tan raro que hasta pregunté a la productora de la película si habían comprado ellos muchas entradas: nada, no habían comprado ninguna. El estudiante, la película que motivó un cambio en las reglas del Oscar, ¿recuerdan? Esa película, con un estreno limitadísimo en términos de salas (principalmente el Malba con un par de funciones por semana) logró, al cabo de varios meses, llegar a 35.000 espectadores.

En el momento del estreno en Bafici 2011, un importante guionista de Hollywood que vio El estudiante estaba asombrado con el nivel narrativo, los diálogos y la estructura de la película, le parecía uno de esos debuts rutilantes, importantes, definitorios. Claro, El estudiante habría significado todo eso en otro país, pero no acá. Acá logró 35.000 espectadores, dificultades para circular en los cines (la digitalización en Argentina es de las más lentas en América Latina), y la sordera del INCAA. El Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales sigue con una batería de políticas equivocadas que ya llevan años, algunas de las cuales le discutí a Jorge Coscia cuando estaba en el INCAA, en una entrevista para El Amante que no fue nada amable, sobre todo por sus airadas reacciones (cuando la suba a la web les aviso). El cine argentino se está erosionando a cada vez mayor velocidad, es hora de leer mejor los síntomas, de discutir otra vez, de preguntar, de cuestionar. Cualquier especialista en mercados cinematográficos que analice El estudiante y sus posibilidades de público en un país con la cantidad de habitantes de la Argentina sabe que si hizo 35.0000 espectadores se trató de una película notoriamente subexplotada. Las dos funciones agotadas de este Bafici 2013 parecen decir lo mismo. El INCAA debería prestar atención, sobre todo después del muy mal año en términos de público para el cine argentino que fue el 2012. 

Yo, por mi parte, me quedo pensando en cuántos espectadores podría haber tenido El estudiante si hubiera tenido el lanzamiento y la publicidad que tuvo Néstor Kirchner, la película.