Crónicas Desinformadas

música dibujos

Por Cicco. Días atrás, en un solo viaje en subte escuché una chica que tocaba jazz romántico en el saxo. Un rappero latino bastante bueno. Un cordobés al que le habían robado la guitarra en el hostel y cantó a capella, con voz pro, temas de Spinetta y Aznar. Y a una chica que tocaba, como pocos, el ukelele. Todos artistas talentosos. Que podrían tocar sin problemas en el Gran Rex. Y eso fue sólo el viaje de ida hasta Congreso de Tucumán. Desde chico, me encanta la música. Pero digo, yo, ¿no nos estaremos pasando de rosca?

zona congreso

Por Cicco. Cada que vez que llega enero, y la horda de porteños escapa cual estampida de toro rumbo a la costa o el paraíso del exterior que le quede mejor en el cambio, Buenos Aires se siente, por primera vez en el año, en paz. Las calles parecen más holgadas. Los peatones ya no disputan por un lugar en la cola. No pelean por el asiento del bondi. No hay protesta, no hay fútbol, no hay festival internacional de nada, por una simple razón: no queda nadie. Y, como ahora verá, ese escenario puede mantenerse. Basta con un pequeño esfuerzo.

foto

Por Cicco. Nunca los malos fueron tan cool como en las pelis de Tarantino. Y eso, parece, fue el principio del fin. O tal vez, quién sabe, fue con Caracortada, el film de Brian de Palma donde Tony Montana acababa a los tiros de metralla con la policía, rodeado hasta morir, siempre bien vestido, siempre cheronca.

carceles

Por Cicco. Cada vez que uno o un par de presos se escabullen de una prisión de alta seguridad, los medios explotan. Cuentan con lujo de detalles cómo fue la huida. Cómo lo planearon. Quiénes son las mentes brillantes que digitaron todo. Si puede, un diario lo contará hasta con infografía desplegable. No hay relato más jugoso para los periodistas que el relato de una fuga. Pero este, de la última semana de General Alvear, comparado con otros célebres, es una papa. Estos que les cuento acá, si que fueron de película.

JEJENES Y MOSQUITOS

Por Cicco. Hasta esta primavera, mi pueblo era un pueblo tranquilo. Es decir el espacio aéreo de mi pueblo atravesado nomás por los aviones del Aeroclub y los despegues y llegadas remotas y casi en silencio, de Ezeiza, era un lugar de reposo. Por supuesto, como toda primavera se multiplican las moscas y mosquitos –hasta abundan las moscas verdes, que tienen unos colores magníficos pero en un envase espantoso-. Uno había aprendido a lidiar con estas cosas. Hasta que llegaron ellos.

relojes

Por Cicco. Es asombroso cómo el marketing nos vende cada vez más cosas que no necesitamos. Nos convencen de que para seguir adelante con nuestra pobre vida, hay que hacerse de una serie de electrodomésticos que nos garanticen comodidad, dispersión y ganas de no pegarse un tiro. Pero en ese tren de vender cosas al divino botón, está el objeto, ahora de lujo, más incomprensible de todos: el reloj pulsera.

francis wake up

Por Cicco. Cada mes, como buen melómano, chequeo las novedades discográficas de la Revista Rolling Stone, en Estados Unidos. Chusmeo en qué está la gente que admiro su música y amplío mi horizonte con bandas nuevas. Hay tanto para escuchar. Desaría uno tener un par de orejas más. Y así fue cómo, en estos días, mientras leía la reseña elogiosa al nuevo de Adele, y ponían en dudas el último de Justin, ví que alguien le ponía tres estrellitas al nuevo disco de, ups, el Papa Francisco. Nah.

pollo y pollo

Por Cicco. Desde hace días nomás, tengo cinco pollos en casa. Es una cruza de pollo parrillero con campero y otras razas que ni idea. Los regala el INTA en mi pueblo, un par de veces al año, llenando un formulario. Es la primera vez que tengo pollos. Hasta ahora, lo mío eran las gallinas ponedoras. Pero así son las cosas: cuando empieza a tener granja, tarde o temprano le llegan los pollos. Y tarde o temprano también, tendrá que matarlos.

verduras y carne

Por Cicco. No más papas. Ahora papines. No más cebollas a la que te criaste. Ahora cebolla morada o, más chic aún, ciboulette. En lugar de tomate platense, tomate cherry. En lugar de ciruela, grosellas. En fin, la sofisticación –que es una forma de llamar al snobismo cuando uno tiene plata - copó las verdulerías. Y hoy se desparrama por todas partes.

atentados en parís

Por Cicco. Es importante que los medios en Occidente, llamen a las cosas por su nombre. Un cura pedófilo es un criminal. Un banquero judío corrupto –perdón por el estereotipo- es un criminal. Y un musulmán que detona un teatro es, también, un criminal. No importa en nombre de qué hagan cada uno cada cosa. No metamos a la religión en esto.