cerebro y corazón

Por Cicco. Hasta los órganos viven sus modas. Y hoy al tope de la cresta, figuran más y más bestsellers sobre nuestro amado cerebro que, en palabras de Woody Allen, es su segundo órgano favoritos. Libros sobre cómo ejercitarlo. Cómo rejuvencerlo. Y como entrenarlo cual pichicho de caza.

 

Todo comenzó con las charlas, ponencias, el librito, y luego la inesperada candidatura de Facundo Manes, nuestro Favaloro del bocho. A la cola se sumó una larga lista de cerebrólogos: y todos ellos tuvieron -y tienen- su momento de gloria. Basta con osbervar la lista de libros más vendidos de no ficción o las salas y filas de fans de cerebrólogos en la Feria del Libro. No es que tengamos nada en contra aquí del cerebro en esta columna.

Claro, que no. Si bien lo usamos poco, sobre todo para escribir, estas crónicas, lo cierto es que el cerebro es de suma utilidad. Se necesita un cerebro para leer libros sobre el cerebro. Y, para muchos expertos en neurociencias, en el cerebro está cifrado todo: desde al amor al miedo, y hasta, dicen ellos, las experiencias místicas de gente que volvió de la muerte.

Ahora, uno se pregunta, no: ¿será, en verdad, el que comanda y digita nuestras vidas? ¿Será el epicentro de todo este teatro al que llamamos nuestra vida? Y bueno, si lee los libros de los cerebrólogos le digan, por supuesto. Pero lo cierto es que existe una nueva corriente de las ciencia que busca destronarlo de una buena vez: la neurocardiología. ¿Neuro qué? Así, es neurocardiología. El hallazgo revelador de que, en el corazón existen también neuronas. Y que puede tomar decisiones al igual que el cerebro. Por decir así, el corazón es inteligente, mal que le pese a Manes. El corazón tiene hasta 40.000 neuronas -el 50% de su total de células-. Y su onda electromagnética, dicen los expertos, es 5000 más potente que la del cerebro -se extiende, incluso, varios metros por fuera del cuerpo-.

El Manes de los neurocardiólogos se llama Don Childre, y desde los '90 dirige el instituto HeartMath. Childre fue el primero en tirar la piedra: colocó al corazón nuevamente en el centro de la escena. Él y su equipo aseguran que muchas veces, el cerebro actúa influenciado por el corazón, que es quien, a la flauta, verdaderamente manda. “El corazón envía al cerebro más información que la que recibe el corazón del cerebro”, sostienen en el HeartMath.

Los cerebrólogos le salieron al cruce: dicen que darle entidad de órgano inteligente al corazón es una falacia. Que otros órganos tienen incluso más neuronas que él. Y que, en definitiva, el pie también envía información al cerebro. Y que los de HeartMath, no tienen la seriedad que proclaman, excepto para vender cursos. Todo eso suena a descargo de gente furiosa, ¿no es cierto?

No vayan a cuestionarle el cerebro.