elecciones

Por Cicco. Esta gente nos quiere. Se preocupa por nosotros. Piensa en nosotros. Y pasa noches sin sueño donde medita sobre cómo hacer para que estemos mejor. Esta gente vela por nuestro bienestar. Y se compromete a pelear para que alcancemos nuestros sueños. La verdad que, para la autoestima, no hay mejor momento del año que en los meses de campaña. El tiempo en donde los políticos, te hacen sentir que, verdaderamente, uno les importa.

 

Me gusta vivir en campaña. A pesar del tedio de aguantarse los mismos spots políticos una y otra vez. Me gusta ver cómo toda esta gente, tiene que mostrarse preocupada por uno. Meterse en las villas. Escuchar, al menos una vez en cuatro años, a los que nadie escucha y decirles: “Yo estoy comprometido a que vivas mejor”. La misma trampa de siempre. Pero este es el momento donde esa trampa se renueva, donde el círculo vuelve a partir de cero, y uno –algunos- sienten que, tal vez, en esta ocasión las cosas sean distintas.

Me gusta vivir en campaña porque todos esos pelagatos necesitan mostrarse humanos y sensibles. Uno puede ver en los afiches al político posando levemente inclinado hacia la gente, una postura entrenada y calibrada para el afiche. Uno puede verlo, ligeramente avergonzado, un poco incómodo, otro poco embarrado en el acto inmorttalizado y papal de acariciar viejos y besar niños.

Me gusta vivir en campaña porque los políticos, deben salir de sus despachos y comités y enfrentarse con un mal necesario: la gente. Y la gente los espera, los ve venir desde sus casas, los aguarda agazapados, desconfiados. Sabe que, aún cuando le entregue su voto, el político, tarde o temprano, más temprano que tarde, lo traicionará. Es como esos músicos que llegan del exterior, tocan en un gran estadio, se llenan los bolsillos, y suben a escena con la remera de la Argentina exclamando, entre tema y tema, lo mucho que nos aman. Lo bueno que somos. La calidez de nuestro trato. Nunca se sintieron como aquí. Y esta es también su casa. Nos encanta escuchar estas cosas hasta que vemos un video de la misma gira, donde el músico se presenta en Chile con camiseta de la selección local y repite lo mucho que los aman. Lo bueno que son. Y la calidez de su trato.

Me gusta vivir en campaña porque es la parte más humana del engaño. El eslabón más débil. Donde el político debe recuperar la confianza perdida. Aunque sabe que es un esfuerzo inútil, dirá lo que sea, como un amante arrepentido tras una infidelidad, para que nos sintamos mejor. Y nos sentimos mejor, claro que sí. Sobre todo, a la hora de acercar el voto a la urna, y negarle a toda esa gente el derecho a seguir engañándonos.