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Por Cicco. Cada vez que uno o un par de presos se escabullen de una prisión de alta seguridad, los medios explotan. Cuentan con lujo de detalles cómo fue la huida. Cómo lo planearon. Quiénes son las mentes brillantes que digitaron todo. Si puede, un diario lo contará hasta con infografía desplegable. No hay relato más jugoso para los periodistas que el relato de una fuga. Pero este, de la última semana de General Alvear, comparado con otros célebres, es una papa. Estos que les cuento acá, si que fueron de película.

 

Escape de Alcatraz. En la década del 60, las cucharitas sí que eran resistentes. Lo suficiente para que Frank Morris y los hermanos John y Clarence Anglin, cavaran un túnel con ellas y se escaparan de la cárcel de Alcatraz, en medio de una isla que, se decía, era de máxima seguridad. La noche de la fuga dejaron cabezas de muñecos en las camas. Unos capos.

Fuga en el aire. En diciembre de 1996, cuatro miembros del Frente Patriótico Manuel Rodríguez, acusados de asesinar a un senador se fugaron de la Cárcel de Santiago de Chile. ¿Cómo lo hicieron? En helicóptero. Bien Hollywood. Se metieron en una cesta mientras hacían tiempo en el patio y así subieron. La fuga, con intercambio de disparos incluida, duró 58 segundos. Rápidos y furiosos.

El gran escape. En marzo de 1944, 600 prisioneros se pusieron a trabajar en pos de salirse de la prisión nazi Stalag Luft II, en la Segunda Guerra. Fue un trabajo que se consideró casi una obra de ingeniería suiza. Pero resultó un fracaso. Sólo escaparon 76 y a la mayoría los recapturaron. Imagínese la cantidad de películas que hicieron con esto.

A la Dillinger. John Dillinger además de rufián emblemático, fue un gran rompedor de prisiones. Decían que la cárcel de Crown Point, en Indiana era impenetrable. Allí lo llevaron a Dillinger por matar a un poli. John escapó de allí, metió a los guardias en la celda y huyó en el auto del, escuche bien, sheriff. Y todo con un arma de juguete, que hizo en madera.

Huir de la torre. Al religioso jesuita John Gerard lo encarceló la reina Elizabeth en 1597 en la torre de Londres. Lo torturaron mucho. Hasta que se consiguió una buena cuerda e imagínese el resto de la historia.

Así que ya sabe, si tiene pensado escapar de algún penal, piense en grande. No sea que, además de recibir unos cuantos disparos, nadie le dedique ni un cartelito de medianoche en el noticiero de C5N.