incidentes y linchamiento boca chacarita 1999

Por Pablo Llonto. Una semana intensa de discusiones políticas en la Argentina, casi todas ellas relacionadas con el grave asunto de los linchamientos, dejó a un costado el lugar donde más se producen estos métodos de prácticas genocidas.

 

El fútbol lleva décadas exhibiendo en sus vidrieras el método de linchar simpatizantes de otros clubes por parte de turbas fascistas de las que abrevaron los homicidas que patearon jóvenes, acusados de cometer robos, hace pocos días.

En marzo pasado se cumplieron 15 años del mayor linchamiento televisado que conocimos los argentinos. En la Bombonera, por la mañana, mientras jugaban un partido amistoso de entrenamiento Boca y Chacarita, las bandas que comandaba Di Zeo entraban armadas de palos y facas para someter a los de Chaca que alentaban desde la bandeja inferior.

Las cámaras de TV que estaban cubriendo una práctica de rutina, de pronto tenían a su disposición una escena de linchamiento cuyo punto culminante fue el ataque a patadas de un hincha de Chacarita apodado Pajarito, a quien patearon cabeza, brazos y torso mientras las “cadena nacional” mostraba a los señores de la muerte, exhibiendo su impunidad.

El asunto horrorizó al periodismo.

Pero no a la dirigencia deportiva boquense, que en aquel momento encabezaba el actual Jefe de Gobierno Mauricio Macri. Cuando desde el diario La Razón se le preguntó a Macri por qué no expulsaba de su club al asociado Di Zeo por los hechos de barbarie que había cometido, la respuesta fue una evasiva reglamentaria: lo tenía que hacer una Asamblea. Por supuesto Macri jamás llevó a la asamblea una propuesta para expulsar al linchador Di Zeo.

Quince años más tarde se entienden mejor las cosas. Macri no impulsó la expulsión de Di Zeo porque es el mismo Macri que hoy no condena rabiosamente el homicidio de un albañil por linchamiento y las tentativas de homicidio que se desataron desde hace unos días y que, si un sector de la prensa sigue alivianando el tema creyendo que esto es “consecuencia del abandono del estado”, culminará en breves días con los crímenes de más y más jóvenes, consintiendo así la Ley de la Selva.

Desde hace meses, los carteles y banderas amenazantes de hinchas contra sus propios jugadores se parecen mucho al cartón anónimo aquel que las cámaras hicieron lucirse en Santa Fe advirtiendo a “los rateros” que la próxima vez se venía el linchamiento.

Ni inventaron nada los linchadores de hoy, ni los mil linchamientos que se han producido en el fútbol (pateando en el piso hinchas con camiseta rival, gente que grita un gol en la tribuna, agentes de seguridad en el Monumental) han sido el huevo de la serpiente.

Simplemente queríamos advertirles a los periodistas que el fútbol de cada sábado, de cada domingo, esconde tantas escenas de las que ahora horrorizan a algunos y satisfacen a otros, que sería bueno que para entender por qué pasan las cosas, miremos hacia nuestro diario vivir.

Darle de beber al monstruo, es algo que a unos cuantos, nada les importa.