TEOFILO GUTIERREZ Y RAMON DÍAZ

Por Pablo Llonto. Todos saben que Ramón Díaz es un versero consecuente que ha logrado manejar como quiere a la mayoría de la prensa argentina. El cuento de su simpatía, sospechosas frases ingeniosas, y sus silencios de sonrisitas entrelíneas, generan adulaciones y más sonrisitas de parte de muchos periodistas deportivos, la gran mayoría jóvenes.

 

Todos saben también que Ramón Díaz no le ha dejado ni le dejará nada al fútbol argentino, más que el recuerdo de sus goles cuando era un juvenil goleador millonario o de los seleccionados argentinos.

En la noche del domingo, Ramón Díaz dejó su disfraz de inocencia y sostuvo aquello que todos también saben: que es uno de los principales sostenes económicos de la barra brava de River.

Los Borrachos del Tablón, sus armas, sus negocios, sus violencias, sus cobardías, son lo que son gracias a tipos como Ramón Díaz.

El periodismo argentino no tiene que tolerar esto, ni reírse más de un Ramón Díaz que no merece más preguntas en las conferencias de prensa ni en los bordes del campo de juego. Que pague solicitadas en los diarios si quiere agradecerle a los barrabravas que desplieguen banderas con su nombre.

Bien ha señalado Julio Marini en la contratapa del Clarín Deportivo en la mañana del lunes: vamos a ver qué dicen los dirigentes de River ahora.

Más talentoso que Ramón Díaz, más inteligente que Ramón Díaz, y mucho mejor gente que el riojano, otro millonario (Teófilo Gutiérrez) dio en cambio un ejemplo de futbolista que reflexiona y al menos hace autocrítica, y decide comprometerse – siquiera con palabras – sobre transformaciones sociales en la Argentina.

En la extraordinaria revista La Garganta Poderosa, el delantero de River abandonó la estupidez de las frases hechas, las provocaciones sin sentido, y mandó unas cuantas reflexiones sobre el periodismo y la violencia.

Sobre el periodismo, además de brindar el reportaje en la sede de la revista en la Villa Zavaleta (todo un mensaje contra esa atmósfera de pánico que desatan los medios y la clase media sobre las villas y sus cercanías), Teo advirtió cuánto miente y estigmatiza el periodismo tanto a los villeros, a las villas como a Colombia y los colombianos.

También marcó la cancha respecto de la política. "Es más: los políticos que más saben, están en los barrios humildes. El único problema es que en estas barriadas no se cuenta con los recursos suficientes, pero así y todo, muchos logramos salir adelante igual y ser felices".

Luego, sin esconderse del reproche, Teo hizo todo lo contrario de Ramón Díaz, pero con él mismo: de su episodio con un arma (sea de juguete o no en el vestuario de Racing), meditó sobre el error y pidió “dar un mensaje al mundo, que ningún niño use armas ni se involucre con ellas”.

En siete días, dos lecciones. De Teo, el dirigido por Ramón Díaz que le enseña a su responsable, cómo son los asuntos de la vida. Y del periodismo argentino, que debe mirarse aún en el espejo de una garganta que da que hablar.