dani alves

Por Pablo Llonto. La lucha contra las discriminaciones no ha sido ni será fácil. Los recientes episodios en dos países que pretendieron poner de modelo a los pueblos latinoamericanos, muestran que los civilizados occidentales y cristianos tienen mucha mugre en casa.

 

En España hay quienes arrojan desde las tribunas una banana a los jugadores que no tienen la piel blanca como el Rey la sueña. Es cierto, no son la mayoría, pero estos lanzamientos se repiten lo bastante seguido y da para reflexionar. Lo cierto es que el club Villarreal expulsó unas horas después al socio que lanzó la banana contra el brasileño Dani Alves. Veremos qué hace la Comisión Antiviolencia. En la Argentina, recordamos, Mauricio Macri como presidente de Boca nunca expulsó al barrabrava Di Zeo cuando se produjo el ataque armado contra los hinchas de Chacarita en la Bombonera, y la barra brava de Independiente se pavonea de haber empujado a la renuncia al presidente Cantero, uno de los pocos dirigentes que intentó – al menos por un rato- luchar contra los violentos y racistas que pueblan las tribunas del Rojo.

Esta semana, en los Estados Unidos, hasta el presidente Barack Obama sumó su voz al repudio a Donald Sterling, el dueño de Los Angeles Clippers, luego de que se conociera una grabación en la cual el empresario le pide a su novia que no se asocie con personas negras ni que las lleve a los partidos del equipo. “Cuando personas ignorantes quieren dejar de manifiesto su ignorancia no necesitas hacer nada más”, dijo Obama.

¿Cómo trató la prensa argentina estos dos episodios?

Con cierta liviandad. Preocupante liviandad.

Alves es un banana” titularon en Olé.com, sumando desaciertos a una línea editorial que ya hace mucho tiempo abandonó el periodismo comprometido con los derechos humanos.

Polémica por un audio en la NBA: "Podés relacionarte con negros, pero no los traigas a la cancha", fue el título de la página de La Nación, dejando abierta la posibilidad de que se trata de un dicho que – para los editores de La Nación- puede ser repudiable o nada repudiable.

Tomarse para la joda una actitud racista y calificar de “polémica” a una declaración claramente persecutoria, son dos características que abundan en la clase de periodismo que pregonan unos cuantos periodistas de los diarios de la Noble y de Mitre. Todo les da lo mismo, incluido el racismo.

En uno de los mejores artículos de opinión de estos últimos tiempos, el 25 de abril la decana de la Facultad de Periodismo de la Universidad de La Plata, Florencia Saintout, reflexionó en Página 12 sobre el rol del periodismo en la construcción de categorías sociales, por acción o por omisión: “El exterminio consiste en la sustracción a la especie humana de una parte de ella. Para hacerlo posible es necesario una operación cultural gigantesca y previa: quitarle a esa parte su condición de humanidad. Hacer de esa parte, de esos hombres (varones y mujeres) unos no-hombres. Entonces será posible su eliminación”.

Lo hizo en un artículo sobre “Periodismos criminales”, y si bien es cierto que el eje de la nota apuntó a quienes desde los medios configuraron enemigos (bárbaros, delincuentes, subversivos) para luego estimular a la acción a sus asesinos, el texto bien sirve para darle profundidad al “no hacer” de los medios o al “hacer a medias”.

Si las declaraciones del millonario dueño blanco de un equipo de básquetbol son “polémicas” para el editor de lanacion.com, es porque dicho editor no ha pensado ni por asomo en su gravedad.

Si Canchallena.com u Olé.com quieren dejar en claro cuál es su posición sobre el racismo, deberían ser profundos, directos y contundentes.

O se está con la maldad y el racismo o se los combate en la otra trinchera. Titubear, es darle la derecha al dueño de Los Angeles Clippers o al fanático del Villarreal que arrojó la banana.