moyano en independiente

Por Pablo Llonto. En estos tiempos mundialistas, con Julio Grondona paseándose por el Copacabana Palace donde se alojan los dirigentes de la FIFA (el mismo lugar donde fue arrestado el británico Raymond Whelan por el negocio de la reventa de entradas FIFA), más de un dirigente futbolero debe mostrar su chochera: ha ingresado al mundillo dirigencial del fútbol, Hugo Moyano.

Moyano no saltó solo. Junto a él su hijo Pablo Moyano y junto a ellos dos, Cristian Ritondo, legislador de las huestes de Mauricio Macri.

El voto de los socios de Independiente ha premiado a un contraejemplo del sindicalismo argentino. Quizás bajo la creencia de un moyanismo que salvará la situación económica de un club que, al igual que tantos clubes de la Argentina sufren el malgobierno de una de las peores dirigencias del fútbol mundial, los entusiastas electores rojos apuestan a un milagro.

Lo concreto es que Moyano ya está en el sillón de Avellaneda y de esa manera ya se ganó un lugar en el Comité Ejecutivo de la AFA. Sí, señores…Moyano también llega al edificio de la calle Viamonte.

Muertos, violencia, quiebras, concurso de acreedores, negociados. El coctel celeste y blanco de una AFA que lleva más de treinta años a la deriva, no se resuelve ni con la Argentina entre los cuatro mejores, ni con la Selección jugando por el tercer puesto ni con la Argentina finalista o campeona del mundo.

Ni Messi ni nadie lavarán las manchas de una dirigencia que fue capaz de hacer lo que hizo con un fútbol que debería ser ejemplo mundial. En sus clubes y en la cancha.

La llegada de Moyano será para muchos una incógnita. ¿Con qué modelo de dirigencia llega a su club? ¿Copiará a su neo-amigo Luis Barrionuevo y al desastre que el dirigente gastronómico dejó en Chacarita en la década pasada? ¿Es el Moyano de la luchas antimenemistas y antiClarín o es el Moyano de los abrazos con la Sociedad Rural y el elogio a los Estados Unidos?

“Cambia, todo cambia”, compuso el talentoso chileno Julio Numhauser antes de memorizar su letra y convertirla en himno la gigantesca Mercedes Sosa.

Cambió Moyano, hace mucho. Y ese Moyano cambiado llega a un Independiente que también necesitaba cambios. Como periodistas, descreemos que cualquier transformación llegue de la mano de quien hace unos años combatía a los monopolios del fútbol y ahora es amigo de ellos.

Moyano tiene una posibilidad. Veremos qué hace. Así como alguna vez desató su legítimo deseo de ser candidato a presidente de la Argentina, quizás en un tiempo desate su deseo de llegar a la presidencia de la FIFA. Y colgar allá en Zurich un retrato de José Ignacio Rucci

Nosotros como periodistas, tenemos memoria. Y en esa memoria, nuestro dirigente sindical preferido es Agustín Tosco. El extraordinario dirigente obrero que iba del taller al sindicato, del sindicato al taller, con overol, bolsillos sin dinero, y un enorme sueño de revoluciones. El que le ganó el histórico debate televisivo a Rucci. El que jugaba limpio.