accidente en rally

Por Pablo Llonto. El título de esta nota es el título de siempre cada vez que el automovilismo cubre el peor de sus males: ser la única actividad mal llamada deportiva en que los protagonistas lesionan o matan a su propio público.

 

Esta vez el título proviene del diario La Voz del Interior, de Córdoba, provincia en la que se disputa el Rally 2015 y se les ocurrió a los editores luego del desastre que generó el sábado pasado el neozelandés Hayden Paddon quien terminó con su Hyundai aceleradísimo, y a pocos kilómetros de la largada en Capilla del Monte, apuntando contra un sector del público que miraba la carrera. Resultado: seis heridos, y el ministro de salud de la provincia diciendo cosas como éstas: “Las personas que fueron trasladadas en avión son las más preocupantes porque una tiene una fractura expuesta de tibia y peroné y el otro también cuenta con una fractura de tibia y peroné, traumatismo cerrado de tórax y una herida punzante que está siendo
tratada quirúrgicamente”.

¿Qué hubiese titulado La Voz o cualquier otro medio deportivo si los seis heridos hubiesen sido seis muertos?

Desde esta columna hemos construido diversos alegatos anti-automovilismo como actividad deportiva, o circense, o lo que diablos sea, en función del mismo espíritu que lleva a comprender que a muy pocos les importa la seguridad vial en la Argentina y en el mundo. No se puede invocar ni tradiciones, ni razones “culturales” ni idiosincrasia, ni ocho belines a favor de quienes creen que poner autos a 180, 190, o 200 km/h es algo divertido y/o entretenido.

La ciudad de Buenos Aires auspicia carreras callejeras en plena 9 de julio y el gobierno nacional pierde dinero avalando rallies de multinacionales que vienen a extraernos dinero y sangre. La estupidez a la centésima potencia, todo porque Fangio alguna vez fue el mejor del mundo.

Después del sábado, día de los hechos, más de un periodista trasladó la culpa a los espectadores porque estaban en una zona marcada con cintas rojas.

Sólo falto que escribieran: jódanse por boludos.