BLATTER ALÍ CLOSS Y FIFA

Por Pablo Llonto. La abundante información generada por las investigaciones fiscales en los Estados Unidos permitió comprobar dos cosas: que en la Argentina nuestra investigación periodística es mínima y que el periodismo argentino, en general, no tiene la menor idea de qué proponer a la dirigencia del fútbol nacional y/o mundial.

 

Desmenucemos. El escándalo, con tres argentinos involucrados (como mínimo y por ahora) surge de una paciente investigación fiscal estadounidenses. Nada nació en la Argentina. Mientras tanto, acá en el Sur, los periodistas deportivos que hurgan buscando verdades son dos nombres y un poco más: o Ezequiel Fernández Moore o Gustavo Veiga y después una decena de jóvenes que trata de seguir su ejemplo.

Vamos a lo segundo: Si Blatter es un fascineroso que nos maltrata y atormenta sin parar (concepto que abundó en estos días en boca de miles de periodistas del mundo), ¿cuál sería el modelo de dirigente para la FIFA que nuestro locuaz y parlanchín periodismo propone?

Porque el llamado príncipe Alí no es precisamente un virtuoso ni del fútbol ni de la vida. Sólo por el hecho de ser un príncipe debería ser excluido de cualquier ámbito democrático ya que no hay nada que hiera más a la democracia que las realezas (las de pavo real y las de las otras).

Ni Blatter ni Alí son garantía de transparencia, honestidad, y mucho menos conciencia por la justicia y por la igualdad.

"Me presento como candidato a la presidencia de la FIFA porque estimo que es hora de dejar las polémicas internas para volver al deporte", dijo el jordano. Es decir, no dijo nada. Un discurso muy parecido a los slogans de los candidatos opositores en la Argentina que quieren llegar al sillón para “el cambio justo” o para “hacer un cambio”.

Ni Alí, ni Blatter representan transformaciones buenas para el fútbol, como los candidatos de la oposición en la Argentina no representan nada para el futuro.

De unos y de otros sería bueno conocer sus proyectos de transformación. Quedarse en las frases hechas, en las mismas frases hechas de la política nacional, significa no tener proyecto.

Y aquí es donde el periodismo está en deuda.

Deuda enorme, porque exhibe sus falencias.

Cuando cualquier periodista entrevista a un dirigente de fútbol se nota que carece de toda idea sobre política deportiva, política futbolera o, si lo quieren más sencillito: no sabe qué carajo hay que hacer con el fútbol mundial. Qué piensa el periodismo, por ejemplo, del manejo de los Mundiales. ¿Y del reparto del dinero?

Pudimos comprobarlo en la última semana cuando la prensa hablaba, como si supiera, de los dos candidatos. ¿Es que Blatter y Alí tenían o tienen proyectos distintos para distribuir las riquezas de la FIFA? ¿Alguno de ellos piensa en obras para clubes o escuelas en los barrios más carenciados?

¿Es que Blatter y Alí proponen una distribución de ingresos distinta entre los futbolistas reduciendo la brecha entre futbolistas multimillonarios y futbolistas pobres?

¿Es que Blatter y Alí han elaborado ideas para solucionar el tema de la violencia en el fútbol? ¿Y para el tema corrupción y venta de los derechos de TV?

Un claro ejemplo de esta situación de ignorancia suprema, mezclada con ese tono nimio y mísero de ubicación y equilibrio lo dio en la tarde del lunes 1 de junio Mariano Closs, durante la entrevista por radio América a José Luis Meiszner, dirigente argentino, de Quilmes, ladero de Julio Grondona durante tres décadas y actual secretario general de la Conmebol. “Tengo pena y miedo”, admitió Closs, mientras trataba de no molestar mucho a Meiszner con las preguntas sobre las coimas y los negociados. Acorralado por la autocensura y por el silencio que debe guardar ante Torneos y Competencias, Closs mostró el sentimiento de la mayoría de los célebres relatores y comentaristas deportivos de las épocas del fútbol privatizado en cuya mente se puede leer: ¿Y ahora, de qué nos disfrazamos?