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Por Pablo Llonto. Siempre sucede lo mismo. Nuestro periodismo deportivo (el que mayoritariamente se expresa en los medios privados hegemónicos) juega al camaleón con la llegada de gobiernos con los que, evidentemente simpatiza. De pronto tenemos una prensa deportiva que se olvidó de criticar aquello que antes de diciembre enjuiciaba.

 

De pronto la prensa deportiva, tan crítica y con razón , de la multiplicación de las barras bravas, guarda respetuoso silencio de los barrabravas viajeros que desembarcaron con River en Japón. ¿Hay protección a la dirigencia de River?

De pronto ya nos olvidamos del periodista deportivo Fernando Niembro a quien la Procelac (Procuraduría de Criminalidad Económica y Activos) que dirige Carlos Gonella le abrió una investigación preliminar para verificar si existió lavado de dinero con fondos públicos de publicidad estatal.
¿Alguien mandó silenciar esta causa?

De pronto, luego de que el nuevo gobierno anunciase la designación de Fernando Marín como responsable de Fútbol Para Todos, nadie recuerda el penoso y conflictivo final de la empresa de Marín, la gerenciadora Blanquiceleste y cómo los hinchas de Racing recuerdan el estado en que dejó al club.
¿Falla la memoria?

Se pone interesante el análisis de los medios y las voces de los periodistas deportivos de aquí en adelante. El deporte no es una isla separada del continente de la política. Estos últimos años permitieron ver con mucha mayor claridad de qué lado se puso cada cronista, comentarista, locutor. Fue una buena oportunidad para distinguir los colores. Los tiempos que asoman permitirán conocer en qué punto de la sinceridad periodística nos encontramos.

Todos los periodistas deportivos tenemos nuestras historias, nuestras preferencias, nuestra ideología, nuestro modelo deportivo y social. Hay quienes consideran al deporte un gran negocio del cual deben participar los periodistas. Y por eso guardan silencio a cambio de acreditaciones, pasajes, publicidad o viajes. No más alcanza con ver el comportamiento de la gran prensa con Julio Grondona en el período 1979-2014. Cero crítica, hasta que
Clarín le soltó la mano al veterano y entonces sí, florecieron tibias averiguaciones del secreto más conocido de todos: que la AFA era la antidemocracia en potencia y un despilfarro de guita sin control (antes y durante la llegada del dinero de Fútbol para todos).

O la corrupción en la FIFA, en la CONMEBOL y la que falta investigarse en el Comité Olímpico y en las asociaciones privadas que manejan el dinero del deporte. ¿Se acuerdan de Meiszner y De Luca? Bueno, están presos en domiciliaria...¿podremos ver alguna vez sus casas y pertenencias? ¿las mostrará algún canal?

No es bueno el balance de fin de año para nuestra prensa deportiva. Es decir, no hay casi nada para destacar en 2015. Ni sobresalientes investigaciones, ni una nota conmovedora, ni una serie de editoriales pidiendo, por ejemplo, que terminen en canales, radios y medios gráficos con la cobertura al antideporte más aberrante (el crimen que llaman UFC y ubican entre artes marciales).

No perdemos la esperanza. Para este 2016 con cielo de tormentas, con las máscaras caídas, aguardamos una nueva etapa de esta confrontación necesaria: periodistas deportivos por el deporte vs. periodistas deportivos por el negocio.