puntaje jugadores

Por Pablo Llonto. La reciente calificación a los jugadores de Boca realizada por el periodista Matías Busto Milla de Clarín debe ser el punto de inflexión. De ahora en adelante, una inexistente reunión de editores y periodistas deportivos debería convocarnos al velorio de la maldita costumbre de colocar puntajes a los futbolistas (costumbre muy argentina, aunque no original de estas tierras). La prensa deportiva tiene que comprenderlo de una buena vez.

 

Para los aún no informados, va la novedad: el jueves 11 de febrero, en la sección Deportes del matutino de Magnetto y Noble, apareció el clásico recuadro con las calificaciones a los jugadores de San Lorenzo 4-Boca 0 por la Supercopa argentina. Muchos creyeron que se trataba de una burla mortal. Todos los jugadores de Boca desde Orión a Chávez, pasando por los ingresados Gago y Osvaldo tenían 4 puntos. Trece calificaciones iguales.

El 4-4-4-4-4-4-4-4- etc. sonaba a cargada. Consultado, el cronista se encargó de aclarar que había colocado esos puntajes cuando la goleada santa andaba por 3 a 0. Y que nunca quiso mofarse. No mentía. Es algo muy común entre los periodistas eso de pasar a la redacción los puntajes por teléfono o por mensaje de celular, unos 10 minutos antes del final del partido, para ir ganando tiempo. Sobre todo en los partidos nocturnos. Otra estupidez que a esta altura del siglo XXI no tiene sentido.

Sin dudas Matías fue original. Pero la originalidad también convierte en sentencia aquella pregunta que es un latiguillo desde al menos dos o tres décadas: ¿quién dijo que los periodistas deportivos tenemos capacidad para juzgar a 22 o 24 o 26 jugadores al mismo tiempo? Esta vieja creencia, sin fundamentos técnicos, le ha dado una herramienta de absurdo poder a los cronistas, quienes se creen con facultades mentales para suponer que conformamos una gran mesa de examen que otorga y brinda certezas cual pieza perfecta de análisis futbolero. En esta columna hemos sido tibiamente obsesivos con el tema, pero ya es hora de ponerse firmes y reclamar (desde abajo) que los jefes y los docentes, y los editores, y los productores, y los jefes de transmisión y todos los caciques sabelotodos, ordenen de una vez por todas que nadie más coloque calificaciones a los futbolistas.

Ojalá arranquen desde este fin de semana. De lo contrario, la fecha del 11 de febrero quedará como un símbolo más de nuestra pequeña cabeza de zapallos, que se caerá el día en que los futbolistas comiencen a ponerles puntaje a los periodistas.

Y entonces habrá Justicia.