CONDUCTAS PERVERSAS
Con vergüenzas y sin vergüenzas

Leo FarinellaAtilio Costa FebrePor: Pablo Llonto. Cuando hay cámaras delante hay gente que puede hacer cualquier cosa. La eliminación de River frente a San Lorenzo predispuso a quienes se han hecho famosos como hinchas bravos más que como periodistas al imprescindible trámite de la demagogia del micrófono. Leo Farinella (Olé, TyC Sports) y Atilio Costa Febre (radio Del Plata y otros) se encargan cada tanto de regar el ambiente del fútbol con el espumoso combustible que alimenta a los subnormales. Esta vez repitieron hasta el orgasmo que los jugadores millonarios les daban “vergüenza”, irresponsable palabra para que las fieras justifiquen la violencia.

Hay que ser malo

Por supuesto que los devastadores fanáticos de River, aquellos que consideran al fútbol como la vida y a todo lo demás como la muerte, habrán aplaudido, entre histeria va histeria viene, a estos dos ciudadanos que tanto se fastidian cuando River pierde. Y a quienes sólo les falto pedir “pureza racial” en el plantel millonario para expulsar jugadores que “no tienen huevos”.

Se apoyan en algo rigurosamente cierto en estas épocas. Nunca en la historia del fútbol ha sido tan perversa la conducta de los hinchas y del periodismo. Y nunca tan nefastas las consecuencias. A tal punto llega la idiotez que tenemos relatores con custodia y, en las columnas reservadas para lectores, potenciales asesinos que se desafían a combatir en las plazas, degollarse en los peajes o tirotearse en los quinchos.

Ser malo, enojarse con los jugadores, mofarse del rival, son algunas de las formas que cierta prensa encontró para mimetizarse con las barras.

Para buena parte de los espectadores, algo así es insuperable. A cierta condición humana de estos tiempos le encanta que todos los días nos salpiquen con los sermones y el clarín y los ataques, nada originales, al jugador o al técnico que “ha fallado”.

Y así terminamos escuchando diez, veinte, doscientas veces, la palabra “vergüenza” como si la felicidad de la especie humana dependiera de un resultado en la Copa Libertadores.

Amargo, dirán los encantadores murgueros del “tengo aguante”. Para ellos no son vergüenza ni los hospitales públicos, ni los precios, ni la miseria, ni la explotación. Vergüenza es que te empaten sobre la hora y con dos hombres menos.

Y tener cojones es ir a patear las puertas de los vestuarios para, a la mañana siguiente, saludar al patrón en la oficina, al capataz en la fábrica, al jefe en el laburo, mientras te pone la puntita semana tras semana.    

Algún día se mirarán al espejo y dirán “Qué pena, carajo, qué pena”.

{moscomment}