30 MILLONES LA SIGUEN EN TWITTER/
Por qué fascina tanto Lady Gaga

LADY GAGA/Por: Cicco. ¿Qué le vemos a Lady Gaga, digo yo? No canta muy bien. No baila muy bien. Sus temas no son gran cosa. No es muy bonita que digamos. Su vestido de bife argentino no fue ni sexy, ni estético, y lo que es peor, ni siquiera estaba a punto.

Sin embargo, no para de levantar fans en pala, su cuenta en Twitter superó los 30 millones de seguidores –récord mundial-, en noviembre toca en la Argentina, y mi hija de 13, que está metida en el rubro redes sociales, me asegura: “A ella la siguen todos los raros, papá”.

En su último clip “You and I”, Gaga viste de hombre. Y lo que es más bizarro, también viste allí de  mujer normal. Gaga, hasta ahora, es la primera estrella musical que logró que lo raro fuera cosa de todos los días. También, una década atrás, lo intentó Marilyn Manson, pero se pasó de rosca con lo exótico, y terminó consiguiendo que lo raro siguiera tan raro como siempre.

Pero Gaga, no. Ella pudo hacer una carrera con un nombre –algo como mínimo, con poco punch publicitario-, sin grandes lolas, sin un don particular por nada –es decir, no toca la guitarra ni el piano como los dioses y su voz no pasaría del casting de Talento Argentino-. Pero ahí está ella, alentando desde su multitudinaria cuenta en Twitter a los raros, descalificados y desfavorecidos del mundo a que crean en ellos, den vuelta la tortilla y pongan a los bellos, calificados y favorecidos, en la raya –podrá imaginar usted de cuál raya estamos hablando-.

En su cuenta de Twitter, Gaga muestra cómo se rapa el pelo, su nuevo tatuaje debajo de una lola, lo rico que estaba la paella en Barcelona, y se permite hasta, algo impensado para una estrella mundial, se permite incluso contar la verdad. Algo que sólo un raro puede hacer, en estos tiempos. Es así cómo defendió a Kristen Stewart cuando fue infiel a su novio el galán Robertito Pattison. Y fue aún más audaz cuando reveló su condición de bulímica y anoréxica con un set de fotos caseras más caseras que raviolones de la abuela. Si no me cree, mirelo acá.

Gaga se permite hasta vomitar en escena –el otro día, lanzó en España en mitad del tema “Edge of glory”- y contarlo en Twitter. “Estaba rezando de que nadie lo viera pero en verdad fue muy gracioso si es que uno busca reírse”, y puso el link para bajar su video vomitivo –le daría acá el link para verlo, pero no quiero jorobarle la digestión y que luego usted haga también otro video del mismo tono-.

Los fotógrafos la aman: nunca una mujer posó  con corona de flores, con bife ancho de costilla, con pelo azul, con pelo verde, con pelo naranja, con cetro de reina y con orejas de ratón en la cabeza. Los periodistas que no tienen nada que escribir –que son muchos, empezando por quien escribe estas líneas- la aman: basta con ir a cualquier portal de noticias, poner su nombre en el buscador y allí estará ella encabezando alguna campaña por los desamparados de este mundo. Escribiendo su nueva canción en el brazo de un fan. Planeando un disco con Tony Bennet. Acusada de estar con kilos de más. Diciéndole al Papa que no importe lo que opina sobre el matrimonio. O dándole su apoyo al perseguido señor Wikileaks Julian Assange, refugiado en la embajada de Ecuador en Londres.

Los especialistas en familia se preguntan hasta dónde Lady Gaga les joderá la vida a las jóvenes, con sus letras sexuales, sus videos premeditadamente escandalosos y, en fin, la mar en coche. Gaga es tan exitosa –tres veces fue a parar al libro de los Guinness como la celebridad más famosa del mundo-, que se permite hacer lo que quiere. Eso le da frescura, espontaneidad y la desmarca de los otros paparulos que obedecen ciegamente a su representante. ¿Por qué fascina tanto Gaga? Porque es la que mejor entendió que, en estos tiempos, con ser cantante no es suficiente. Hay que ser un buen vendedor. No basta con hacer discos. Hay que componer escándalos exitosos. Hoy, no basta con salir y tocar. Ahora, en los tiempos gagás, hay que producirse y, como mínimo, generar un vómito a tono con el nuevo corte de pelo.

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