Bruce Springsteen

Por Javier Porta Fouz. Hace más de un año, en una columna de este sitio, contaba sobre mi viaje a Escocia y desde ahí al norte de Inglaterra para ver a Bruce Springsteen el 21 de junio de 2012. Lean acá sobre el asunto.

 

Y ahora, al fin, Springsteen volvió a Argentina. En realidad se puede decir que por primera vez vino a la Argentina. Es decir, como concierto, como show exclusivamente de Springsteen, es la primera vez. Había estado como parte de la gira de Amnesty en 1988. Fue entonces parte de un concierto colectivo, y la leyenda cuenta que ese día en River (no tengo informantes del show de Mendoza) había más gente interesada en ver a Sting y Peter Gabriel que en ver a Springsteen. Y se sabe de los roces con Charly García. Bueno, en fin, que Sprigsteen estuvo en GEBA el sábado pasado: Bruce Springsteen y la E Street Band. Es decir, una experiencia grandiosa. No por casualidad para la Rolling Stone el de Springsteen, en este Wrecking Ball tour, es el mejor show en vivo disponible en la actualidad.

Y, sí, es probable (o para algunos de nosotros es seguro). Ni siquiera hace falta ver todos los otros shows que existen. Basta con ver a estos 17 músicos en escena y darse cuenta de que por más injusticia artística que haya en este planeta, si hay otra performance rockera de este nivel (o aunque sea cercana a él) debería ser reconocida mundialmente. Bueno, ordenemos: el mundo por un lado, Argentina por otro. En Buenos Aires Springsteen tocó en GEBA (cuando cualquier pelagatos fuera de forma o semi retirado acá se presenta en un estadio grande y lo llena) y no llenó (en otros países las entradas para Springsteen se agotan en pocas horas). Pero acá no. Las razones, para parafrasear lo que se decía en El desencanto, habría que buscarlas en la psiquiatría, ya no en la psicología social. ¿Será la proverbial tirria de este “pueblo que se cree progre” ante lo estadounidense? Acá hay tanto problema con América que se usa la palabra “norteamericano” para definir a los estadounidenses o americanos (no me hagan explicar otra vez que América es el nombre de ese país situado entre Canadá y México). “Yanquis” dicen, gente que dice “eso es muy yanqui”, gente convencida de que todo lo europeo es mejor que lo americano. En fin, no me hagan explicar el cine.

Público en Buenos Aires y en Argentina hay, pero mayormente para otras cosas: unas 200.000 personas fueron a ver algunas obras de la japonesa Yayoi Kusama al Malba, 120.000 personas fueron a Mendoza en la misma noche que tocó Springsteen a ver (la mayoría desde muy lejos) al Indio Solari (un conocido que fue cuenta que fue una experiencia un tanto insatisfactoria, que sonaba mal, que no se veía, que las pantallitas, etc.; y es una persona que invirtió bastante dinero en el chiste ese, que no consiguió vuelo directo a Mendoza y que tuvo que viajar vía Córdoba). En fin, que Bruce Springsteen no llenó GEBA, pero los que allí estuvimos fuimos testigos de esos momentos en los que a uno no se le ocurriría estar en ningún otro lado. Como apunté al principio, ya escribí el año pasado sobre un concierto de Springsteen de esta misma gira. Este concierto de Buenos Aires fue aún mejor, a la excelencia le sumó algo más. Bruce estaba más encendido que en Sunderland (y no he visto conciertos suyos en los que haya estado apagado). El sábado pasado estaba en Buenos Aires frente a un público que era todo de él (distinto a lo de Amnesty), publico que había esperado muchos años para verlo, público que sabía que estaba frente a una oportunidad que muchas veces pensó como imposible. Y, dicho esto con cero nacionalismo, se detectaba una gran felicidad en Springsteen, quizás un alivio al ver que, sí, que tenía su público local en Argentina. Insistió acerca de que a partir de ahora no iban a pasar muchos años sin volver, que iba a regresar pronto.

El set list (o sea, la lista de canciones del concierto) fue especialmente festivo, especialmente hitero. De todas maneras, alguien como Springsteen demuestra lo grande que es por la cantidad de hits que puede dejar afuera aun tocando 30 canciones; y no solo hits, la cantidad de grandes canciones de su repertorio (no los hits, los “álbum tracks”) es abrumadora, y además están los covers de clásicos del rock y el soul. De cuestiones como la calidad del sonido uno suele olvidarse de apuntarlo en los recitales de Springsteen: se presupone su excelencia, esta es una banda que no concede lugar a la chapucería, a la chotada (tal vez por eso no tenga tanto éxito en estas tierras). La conexión y el contacto de Springsteen con el público son legendarios, y acá no fue la excepción.

Los arreglos, un año y pico después, se han perfeccionado, y Jake Clemons, como anoté el año pasado, fue ganando protagonismo. La E Street Band es una fábrica de carisma. Sí, claro, y de música y energía y de tantas otras cosas buenas. ¿Qué más les puedo decir? Que como profesor hice conocer a Springsteen a unos cuantos. Es increíble la cantidad de gente que encontré de veintitantos años, y con consumo musical permanente, que ignoraba la obra de Springsteen. O que lo conocían como “un ochentoso” un poco ridículo. Y se daban cuenta de que estaban equivocados y/o que se estaban perdiendo algo importante. Para los que aún no conocen a Springsteen: sepan que todavía están a tiempo de conocerlo y de sumarse y llenar el próximo concierto que ya estamos esperando en Buenos Aires. Bruce prometió volver pronto, y la promesa es un tema importante en sus canciones, incluso en los títulos (“The Promise”, “The Promise Land”). Por nuestro lado, No surrender. Y por los años que tiene Bruce, bueno, a no preocuparse: cada día canta mejor.