imagen

Por Juan Terranova. Lunes. Hablo de José Ingenieros con Mariano Canal que dice: “Me gusta mucho leer como los tipos te escribían La simulación en la lucha por la vida, al mismo tiempo tenían que buscar conchabo como che pibes de Roca. Ese lugar del intelectual argentino totalmente desfasado entre la guita y el prestigio.” Después vuelvo a leer el fragmento que más me gusta de La simulación, donde Ingenieros habla de teatro francés y del bolo fecal. Es el principio: “Tal era la estática de nuestra mente. De sobre el velador tomamos una noche, el Malade imaginaire, de Molière, para continuar su comenzada lectura, con el higiénico propósito, entre otros, de no adormecernos bajo la influencia poco grata de una monografía sobre Nuevos tratamientos de los bolos fecales, cuya lectura acabáramos en el British Medical Journal. Teníamos para ello nuestras razones: estudiando la psicopatología de los sueños habíamos visto que la naturaleza de las impresiones recibidas en el período prehípnico influye de manera intensa sobre el carácter agradable o desagradable de los sueños.” Compite por ser una de las escenas de lectura más raras de la literatura argentina.

 

Martes. Descubrí, derivando por YouTube, una sonata para piano y violín de Cesar Frank que no conocía. De hecho sabía y sé muy poco de César Frank. La sonata es hermosa, sensible y muy, demasiado, contemporánea. Parece escrita en pleno siglo XX y no en la segunda mitad del siglo XIX. Después vuelvo a leer, no sé por qué, la Review of Mein Kampf by Adolf Hitler, un texto de dos columnas que Orwell publicó en marzo de 1940. Es una crítica lúcida que demuestra que ya en ese momento y a partir de la lectura de un libro, y de un libro que no era una novedad, se podía anticipar un poco qué iba a pasar. Me hubiera gustado encontrar, sin embargo, algún señalamiento más sobre estilo, técnica, trama o personajes. Después de todo se trata de la reseña de un libro. Y, más tarde, solo más tarde, habiendo ya olvidado la reseña de Orwell, leo un titular en Ámbito: “Buscan inquilino para la casa natal de Hitler.” Avanzo un poco por la nota: “El ministerio del Interior austriaco busca un inquilino para la casa natal de Adolf Hitler, en Braunau am Inn, Alta Austria, en la frontera con Alemania, en el intento de evitar que se convierta en meca de nazis, pero nadie se interesa. Desde 2011, la vivienda de 800 metros cuadrados está vacía y nadie, pese a los intentos, quiso ingresar ni alquilarla. De propiedad de un particular, la casa está alquilada desde 1972 por el Ministerio del Interior y la Comuna a un valor mensual de 4.600 euros para evitar una peregrinación de nazis.”

Miércoles. Sigo traduciendo a Sade que dice, con sabiduría resignada: "Il prouva bien que la nature n'accorde jamais au romancier tous les dons nécessaires à la perfection de son art." Más tarde, descargo viejas revistas Cabildo en pdf y las hojeo un poco. Busco, quizás, sin saberlo, reseñas de libros. Las tapas tienen mucha fuerza. Hay un estilo ahí que me convoca más allá de todo. Qué peligro.

Jueves. Encuentro una foto de un perro saltando sobre una trinchera alemana de la primera guerra. El epígrafe “A German dispatch dog carries messages to the front line during a German offensive, January, 1918.” Se ven seis soldados de espaldas, apostados, esperando, alertas o listos para pelear. Y en el cielo blanco y lechoso, un perro que parece volar. Los cascos de los soldados son todos el mismo casco. La foto no captura sus caras.

Viernes. El doctor Zurita me regaló la novela Tierra nueva de Knut Hamsun en una vieja edición de bolsillo. Lo empecé con entusiasmo pero me aburrió un poco. La contratapa sí me entusiasmó. Es la vida de Hamsun resumida en una carilla. El doctor Zurita me dijo que me lo regalaba por el título, como un objeto.

Viernes, más tarde. Leo un portal de noticias que se llama “La izquierda diario” este titular: “Marx conmueve a la Facultad de Sociales.” El suelto cuenta que “la facultad de Ciencias Sociales de la UBA fue colmada por unas 800 personas que asistieron a ver la obra Marx en el Soho.” Entiendo que es un unipersonal basado en la vida de Marx. Más allá de insistir en la masividad del evento, la nota informa que el actor que hace de Marx se llama Carlos Weber, lo cual no deja de ser irónico, y que había trabajadores aparte de estudiantes en la sala. Quizás el siglo XX nunca termine de soltar al siglo XXI.