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Por Juan Terranova. Domingo. Desde la pileta, después de nadar, pero todavía en el agua, le señalo dos palmeras muy altas a mi hija. Ella me dice: “Son hermosas. Las prendería fuego.”

 

Lunes. En el Facebook del Archivo General de la Nación ponen una foto de la “llave de oro” con la que el presidente Victorino de la Plaza abrió las puertas de la estación Retiro en 1915. En la punta, donde deberían estar los dientes, hay una esvástica.

Lunes, más tarde. Leo mucho periodismo, artículos, opiniones, notas. No sé por qué. La única reflexión que me deja ese ejercicio es que si nunca te subiste a un barco, quizás no deberías usar metáforas náuticas para referirte a otros temas.

Martes. El sábado vi Mátalos suavemente o algo así con Brad Pitt. Es una película de mafiosos en Los Ángeles. Me resultó aburrida, sin gracia. Autos, tiros, muertes. Es como una película de Tarantino sin la inteligencia para los diálogos y los personajes de Tarantino. Pero está ambientada entre la burbuja inmobiliaria de fines de los noventas y la primera candidatura de Obama a la presidencia y eso le da algo especial, una cercanía que genera cierto extrañamiento. El punto de la película es que, en todos los televisores que aparecen, siempre hay alguien bajando línea, arengando, prometiendo, diciendo que todo está bien, que todo está mal, qué hay que hacer, qué gastos hay que recortar y por qué, mientras la trama se trata de Pitt yendo a matar a varios tipos a quince mil dólares por cabeza. El único diálogo bueno es el último. El consejero de la mafia le paga de menos a Pitt. Obama en la tele del bar está diciendo “...to reclaim the American dream and reaffirm that fundamental truth, that, out of many, we are one...” Pitt, enojado, señala el esclavismo de Jefferson y dice que Obama miente: “I'm living in America, and in America you're on your own. America's not a country. It's just a business. Now fuckin' pay me.” Y la película termina.

Miércoles. Hago una lista de las peores reseñas que leí en mi vida. Incluyo una que hice sobre un libro muy malo sobre la revolución rusa que publicó hace unos años Siglo XXI. En España parece que encontraron el ataúd de Cervantes: “Un ataúd con las iniciales M.C. correspondientes a las de Miguel de Cervantes, que contenía restos de huesos en su interior, fue hallado este sábado en la cripta de las Trinitarias, convento donde desde el pasado mes de abril se buscan los restos del escritor universal, extraviados intramuros del cenobio femenino, hace cuatro siglos. Las iniciales están formadas con numerosas tachuelas de media pulgada de extensión cada una.” Para alguien que escribió tanto y tan bien, que sus iniciales, ni siquiera su nombre, sus iniciales, aparezcan dibujadas con tachuelas en el filo de su ataúd perdido y comido por el tiempo parece una ironía cervantina. Nadie acusó recibo del hallazgo en estas tierras lejanas del Plata.

Miércoles, más tarde. Cervantes zombie se levanta. ¿Y qué hace? Los carajea a todos y se vuelve a morir.

Miércoles, medianoche. La mejor línea que escribió Rodolfo Walsh es la que dice el soldado durante el tiroteo de Operación Masacre: “No me dejen solo, hijos de puta.”

Jueves. “Sos importante” dice la izquierda. Te pescan por el narcisismo. La derecha te patea la madre: “Hay que ganarse el derecho.” Es diferente. Vi The War Wagon con John Wayne y Kirk Douglas y The Deserts rats, con una breve aparición de James Mason como Rommel. No sé qué me pasa que estoy viendo estas películas. Le echo la culpa al verano.

Jueves, más tarde. “Adolf Hitler was one of the first rock stars” dijo Bowie en la década del 70. Pero, es sabido, al talento se le perdona todo.

Viernes. Borges escribió un poema de dos versos que se puede leer en Quince monedas. Lo tituló Un poeta menor y dice: “La meta es el olvido./Yo he llegado antes.”

Viernes, más tarde. En la punta donde deberían estar los dientes, hay una esvástica.