libro tapa

Por Juan Terranova - @juanterranova Lunes. Leo en Wikipedia: “Dick se opuso a la Guerra de Vietnam, por lo que el FBI le abrió expediente. De hecho, en 1955, Dick y su por entonces esposa, Kleo Apostolides, habían recibido una visita del FBI. La pareja creía que esto era el resultado de las ideas socialistas y actividades izquierdistas de Kleo. No obstante, ambos llegaron a entablar una amistad con uno de los agentes del FBI. De hecho Dick le enseñó a manejar a uno de los agentes del FBI.” ¿Un agente del FBI que no sabe manejar? ¿O que se hace el que no sabe manejar? ¿Amistad? Trato de no leer a Dick de noche porque después sueño cosas raras. Una de mis partes preferidas de Ubik: cuando la cara de Runciter empieza a aparecer en los billetes.

 

Lunes, más tarde. El ministro de Relaciones Exteriores alemán, Frank-Walter Steinmeier, hizo una visita a Bucarest y recibió como regalo de las autoridades rumanas un folleto con la bandera alemana impresa sobre un mapa de Francia. “El ministro de Asuntos Exteriores rumano transmitió directamente su profundo pesar por esta situación a su homólogo alemán”, señala la nota que leo. Luego agrega que se trata de la segunda vez que el jefe de la diplomacia rumana se vio obligado a pedir disculpas por un error. En febrero pasado, la Embajada de Rumania en París envió invitaciones para una recepción en la que aparecían insultos hacia los invitados.

Martes. La simpatía intelectual es una forma de crédito.

Martes, más tarde. Mavrakis subraya este párrafo de Hazlitt, escrito o publicado en julio de 1827. “Ahora todos pueden leer y escribir por igual; y se presume, por tanto, que con la misma destreza. Todo lo que no sea esta conclusión general es una distinción injusta y ofensiva; y los que se la arrogan, o la aplican a otros, son exclusionistas de las letras.” ¿“Exclusionistas”? El propio Mavrakis podría haberlo firmado. Al final conseguí por Mercado Libre Montaigne a caballo de Jean Lacouture. Un Montaigne fuera de la biblioteca o al menos en tensión con la biblioteca. Me conmueve. Pero no lo empecé.

Miércoles. Una bandera alemana sobre el mapa de Francia. ¿Para recordarles a los alemanes qué fue lo que perdieron? Invitar insultando a los invitados. Fantasmas del siglo XX.

Jueves. La gran noticia de hoy: al parecer, Alonso Quijano existió, fue contemporáneo de Miguel de Cervantes y vivió hacia 1584. La nota que leo en El País dice que “según los recientes documentos hallados por el investigador Javier Escudero en el Archivo Histórico Provincial de Toledo...” Después se agrega: “Este Alonso Quijano aparece en un documento notarial el 17 de junio de 1584: hizo una permuta de terrenos en el camino de El Toboso a Mota del Cuerv.” O sea de Toledo a Cuencia. El detalle es que Alonso Quijano ya existía de antes en un libro. Y en un libro famoso y bastante bueno. A menos que la existencia se de siempre en el plano material de carne, deyecciones y huesos. ¿No está escrito acaso el Quijote contra estas ideas primitivas? Quevedo se habría reído. Pero Cervantes sabía que la sombra existe más allá del hombre que la proyecta.

Viernes. Canal me manda este fragmento de Quince días en el desierto americano de Tocqueville. En su correo, acompañando la cita, señala que, al final, en dos líneas, el tipo destruye toda “la boludez encantada del retorno a la naturaleza.” El fragmento, muy bien escrito, es este: “Durante todo ese día, no cruzamos ninguna figura humana. Los animales habían desaparecido; sin duda, se habían retirado debajo del follaje para protegerse del calor. Muy de vez en cuando descubríamos, bajo la solemnidad despojada de algún árbol muerto, un gavilán que, inmóvil sobre una sola pata y tranquilamente dormido bajo los rayos del sol, parecía esculpido en la madera misma que le servía de apoyo. De pronto, en medio de esta profunda soledad, recordamos la Revolución de 1830, cuyo primer aniversario acababa de cumplirse. No puedo expresar con cuánto ímpetu los recuerdos del 29 de julio se apoderaron de nuestro espíritu. Los gritos y el humo del combate, el ruido del cañón, los redobles de la mosquetería, los tañidos más horribles aun del rebato; ese día, con su atmósfera inflamada, parecía salir de pronto del pasado y reubicarse como un cuadro viviente delante de mí. Esa no fue sino una iluminación súbita, un sueño pasajero. Cuando, al levantar la cabeza, miré a mi alrededor, la visión ya se había desvanecido; sin embargo, nunca antes el silencio del bosque me había parecido más gélido, sus follajes, más sombríos, ni su soledad, tan absoluta.”

Viernes, más tarde. Leo en una nota que Estados unidos supera en medio millón el número de presos de China y tiene un cuarto de la población carcelaria del mundo. En el Cuestionario Galerna que me mandó Gonzalo Garcés hay una pregunta sobre “tu frase preferida de la literatura universal.” Respondí: “Ed elli avea del cul fatto trombetta.”