fante

Por Juan Terranova. Lunes. Fui a la casa de mi madre a solucionarle un problema muy menor de hardware y hablamos un poco de psicoanálisis, como casi siempre. Luego me prestó Heiddeger:Lacan de Jorge Aleman y Sergio Larriera. La biblioteca de mi madre, orientada netamente a la clínica, es compleja y completa. Me convoca. Tuvo que morir mi padre para llegar a ella. (¿Biblioteca o madre? ¿Hay diferencia?) Empecé a leer el libro en un bar antes de entrar a dar una clase y me resultó cautivante. Un juego de lectores y lecturas lleno de tensiones en el corazón del viejo y querible siglo XX. (Ahora recuerdo que una vez vi a mi vieja subrayar con tinta, con una lapicera azul, una edición bastante presentada –tapas duras, formato grande, ilustraciones– que teníamos del Martín Fierro. Cuando le pregunté, me dijo: “Es mi forma de leer el libro.” Podría haber agregado “no me molestes.” Me acuerdo como si me lo hubiera dicho ayer. Si mirada victoriana cayendo sobre mi ingenuidad.)

 

Martes. Paro general. Con la ciudad desierta y vacía por un paro general previo a las pascuas, veo Por unos dólares más doblada, directo de YouTube. La música de Enio Morricone es un personaje más en la película. Después escucho la Sonata D.894 de Schubert tocada por Richter. Sensibilidad y fortes ajustados, altivos, casi trágicos, que nos hablan de nuestro patetismo contemporáneo. ¿Estrenó Richter, como dice este video de Youtube, la séptima sonata en sí mayo de Prokofiev en 1943? Fue un año importante para Rusia y para el mundo.

Miércoles de ceniza. Sigo escuchando las sonatas para piano de Prokofiev tocadas por Richter. YouTube me da muchas opciones. Londres, Locarno, Moscú, 1966, 1968, y registros sin fecha, ni lugar, solo la música. Si usaste los cassettes de cromo en tu primera juventud, ¿cómo no amar YouTube?

Miércoles de cenizas, más tarde. Una cita de John Fante: “El desierto estaría allí siempre, animal blanco y paciente que aguardaba a que los hombres desaparecieran, a que las civilizaciones se tambaleasen y se sumergiesen en las tinieblas. En aquel punto, la raza humana se me antojó una raza valiente y me sentí orgulloso de pertenecer a ella. La maldad del mundo no era maldad, sino un elemento inevitable y benéfico y que formaba parte de la lucha interminable por contener y dominar el desierto.”

Jueves Santo. Lamento que cuando se piense en Latinoamérica se piense en Colombia, Perú, Venezuela, Ecuador, o incluso en Brasil, esos países hidrocefálicos. Si se mira un mapa son las circunvoluciones de un enano desgraciado, solitario y loco. El cono sur sería su cloaca, sus genitales disminuidos, atacados por la enfermedad del sistema nervioso central. Desde luego, el enano mira hacia el Atlántico. Bolivia sería una especie de hipotálamo no occidental. Un resto de materia orgánica extraterrestre. Heiddegger escribió: “En el odio se oculta la más abismal dependencia de aquello de lo cual el odio quisiera, en el fondo, independizarse.”

Viernes santo, por la mañana. Soñé que en mi mochila negra, donde guardo la computadora y los libros, había una gallina. Para que no se escapara, yo metía la mano adentro, la agarraba y tocaba sus plumas suaves y sus patas. La gallina se movía. En un momento sentí su pico rozar mi dedo índice. Después lo comenzaba morder. Yo sentía con mucha precisión, de una manera muy vivida, el filo del pico y el dolor. Ahora leo sobre una comunidad de adictos rumanos que viven en casas y asilos subterráneos en Bucarest. ¿Por qué? La lucha interminable por contener y dominar el desierto.