MEDIOS Y MERCADO MUNDIAL DE ALIMENTOS
Ensojizados

SojaPor: Adriana Amado Suárez. Llegaron las Pascuas y huevos, conejos y demás esculturas de chocolate inundaron las góndolas y los kioscos. Seguramente vos, fan del chocolate, comiste sin fijarte en la etiqueta y ni te enteraste de qué estaba hecho el huevo de pascua que comieron en familia. Nunca imaginarías que el principal componente de ese delicioso chocolate es ¡la soja! Sí, sí... tal como se lee: el chocolate está hecho con lecitina de soja. Que es además el ingrediente mágico y secreto de casi tres cuartas partes de los productos que están en las góndolas.

Desde hace un año venimos discutiendo la cosa como si la soja fuera sólo un problema de los vegetarianos que comen porotos y brotes, pero resulta que no, que la soja forma parte de la mayoría de los alimentos que consumimos. Especialmente los menos saludables (y más ricos) como chocolates, helados, alfajores, papas fritas, galletitas, de los que es parte principal sea bajo la forma de lecitina, sea bajo el ambiguo “aceite vegetal”. Pero hay algo más llamativo: los que más consumen soja son, aunque suene raro, los carnívoros. ¿Cómo? Sí, porque el 80% de la producción mundial de soja se usa para alimentar el ganado que después se transformará en asaditos, salchichas y hamburguesas. Con lo cual venimos a enterarnos que los menos pensados son los más responsables de la demanda mundial de soja. Y vamos entendiendo que la discusión no se resuelve simplemente con un boicot a la milanesa de soja.

Todos estos datos aparecen profusamente documentados en el libro de Raj Patel, Obesos y famélicos, donde este investigador inglés de origen hindú devela un poco la trama oculta del negocio de la comida. Patel nos recuerda que en las sociedades urbanas e industriales, la mayoría de nosotros sólo come alimentos procesados (y cuanto más pobres, más artificial es la dieta), por lo que la cuestión de los alimentos es un complejo proceso donde los que más ganan son los intermediarios. Patel demuestra cómo los pesos pesados de la soja y de los alimentos de los que dependemos no están en el extremo de la cadena (no son los productores ni los consumidores) sino aquellos que compran la soja o el maíz o el azúcar para procesarla. Patel explica que compañías como Cargill, Dreyfus, Bunge, empresas europeas con presencia mayoritaria en todos los mercados de comercialización y procesamiento de granos, son las que realmente manejan los precios de los alimentos. Y son, curiosamente, los actores de los que casi nadie habla, como comprobamos en este último año, porque a pesar de que por ellas pasan la mayor facturación de las exportaciones, no estuvieron en la mesa de discusión. Y casi ni aparecieron en las noticias, aunque fueron acusadas de maniobras fraudulentas a raíz del famoso aumento de las retenciones. Si serán sigilosas, que vienen obturando la posibilidad de que en las etiquetas aparezca información completa acerca de lo que en realidad comemos. Por eso no sabías que cuando comés un alfajor de chocolate comés, en una gran proporción, soja.

No es fácil explicar el sistema global de los alimentos que dio como resultante enfermos de hambre en el sur y de obesidad en el norte. Donde al que cultiva el café se le pagan centavos y muchos dólares al que lo comercializa. Donde el que tiene la heladera llena cree que si aumenta el precio del maíz, sólo deberían preocuparse los que plantan choclos. La mayoría ignoramos que, como la soja, el maíz también es el ingrediente oculto de las gaseosas, las golosinas, las mermeladas y cuanto dulce industrial comamos. Porque bajo la sigla JMAF se oculta el endulzante más usado en la industria, un dulcísimo jarabe producto de someter los rubios granos a ácido sulfuroso. Pero claro, es más fácil hablar de los chacareros que de las multinacionales que son, a la sazón, principales anunciantes de los medios de información. Si por algo vale la pena leer el libro de Patel es para darnos cuenta que en cuestión de alimentos no sabemos nada. Y lamentablemente parecería que hay pocos dispuestos a informarnos.

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