PROMOCIONES Y PRODUCTOS BAJO EL SOL
Intrusos en la primavera

PROMOTORASPor: Adriana Amado. Ustedes saben cómo funciona el ritmo circadiano. Nos avisan que es el día de la primavera y automáticamente nos sentimos habilitados a guardar la campera, reemplazar botas por ojotas y salir a practicar actividades deportivas para recuperar una vida saludable que, dicho sea de paso, nunca tuvimos. Y así es que salimos en el primer domingo primaveral a recuperar el circuito aeróbico de Palermo que la crudeza del invierno porteño nos hizo abandonar. Y cómo se imaginaron que íbamos a estar todos, mandaron un batallón de dispuestas promotoras para acompañar nuestro primer sol de la primavera.

Las niñas lucían ajustados uniformes con los colores distintivos de su batallón, y disparaban a mansalva consignas revolucionarias del tipo “nueva citrus ahora más rica” o “conoce las nuevas ladytapón más discretas”. ¿Qué? ¿Antes no era rica? ¿Las viejas no eran discretas? La mejor era la de un diario que a pesar de sus actuales desventuras en la discusión sobre la ley de servicios de comunicación salió a ofrecer “la guía total para estar mejor”. ¿Será que también la están repartiendo entre los socios del multimedios?

Bien miradas, todas eran promesas insuperables para el paseante que sale a buscar la primavera a pie, patín o bicicleta en el Rosedal. Y que no podía eludir aunque quisiera porque los grupos comando de la felicidad en muestra gratis te esperaban en patota en cada codo de la pista que rodea al lago. Primero te interceptaban las de rojo, que repartían promesas de vida sana en fascículos. Por las dudas, reforzaron la acción con una clase de gimnasia organizada ahí nomás, en la mismísima bicisenda, cosa de que todos se enteraran de que estaban contribuyendo al bienestar general. Otro abuso de posición dominante, que le dicen. Si superabas este escollo, pasando el muelle de botes a pedal,te cruzaban las chicas de rosa chicle, entregando apósitos a dos manos, con tanta magnificencia que no discriminaban ni siquiera a las mujeres pos menopáusicas. Acompañaban el adminículo íntimo con un folleto con deseos primaverales. A la vuelta del recodo,  venían las verdes en montonera.  Ésas sí que intimidaban. No solo porque eran muchas, sino porque venían armadas con unas cartucheras cual guerrilleras del agua saborizada, de las que colgaban botellas y diminutos vasos descartables con los que disparaban a los caminantes. Y más te valía que agarraras el vaso a paso vivo, como en maratón, porque a los pobres que se detenían a sorber el traguito los asaltaban, sin repetir y sin soplar, con el versito de las propiedades curativas del agua mineral. Todo un derroche de la generosidad del mercado.

Y si dabas otra vuelta al lago, la artillería volvía a dispararse, porque no se le puede pedir a una criatura en calzas que reconozca a cada uno de los viandantes. Además, en jogging, todos los seres humanos somos iguales… Por alguna razón de la ciencia del marketing que desconozco, las promociones se acumulaban en 400 metros de los 1600 metros, con infaustas consecuencias para los cestos de basura y sus alrededores donde sistemáticamente la gente depositaba los obsequios recibidos antes de doblar la curva. Así el paisaje de primavera se pobló de cascadas de vasitos cristalinos y folletos que a pesar de la inscripción de ley Nº 260, se arrojaban a la vía pública. Dónde si no, si eran recibidos en la misma. No imagino cuántas bebidas, fascículos o toallitas venderán más después de tan creativas promociones. Ojalá que les justifique el número semejante intromisión en el espacio público.

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