PRESIDENTES DE LATINOAMÉRICA
Locos por la imagen

Cristina FernándezRafael CorreaAlvaro UribePor: Adriana Amado. Una fiebre afecta Latinoamérica y no es la de la Gripe A: los gobiernos se han vuelto patológicamente sensibles a la imagen pública, especialmente la que le devuelven los medios. El síntoma de todos líderes es un estado permanente de protesta contra la prensa porque, al parecer, no les hace justicia y el ‘espejito espejito’ no termina de captar su hermosura. Con esa actitud, acusan los dirigentes, los medios no contribuyen a la democracia. Para contrarrestarlo, algunos tienen sus programas de televisión, arman medios que pretenden ser públicos pero que les salen oficialistas y dedican buena parte de su tiempo a dar indicaciones acerca de cómo debería trabajar la prensa. Pero esa obsesión por la fotogenia no les rinde por igual a todos los presidentes.

Por ejemplo, en la Argentina se acusa a la prensa de ser la causante de la mala imagen presidencial, que llega apenas a 34% según el Latinobarómetro. En Colombia, en cambio, la crítica periodística no parece tener efecto en el alto nivel de aprobación de Álvaro Uribe (75%), a pesar de que el mandatario va por su segundo periodo. Tampoco la abierta confrontación con la prensa parecería ser una causa de pérdida de imagen porque si de eso se tratara, Correa en Ecuador no podría mantener el 66% de aprobación de sus gobernados, con tanta hostilidad hacia y de los medios. En la encuesta Mitofsky, que comparó la imagen pública de los líderes del continente, Fernández y Correa están en ultimísimo lugar mientras que Uribe se ubica entre los primeros. Entonces, ¿qué tendrá don Álvaro?

Una investigación presentada en el encuentro “Medios, democracia y poder”, realizado este noviembre en Bogotá, de los investigadores García y Wills de Uniandes, se preguntó por qué el presidente Uribe mantiene tan altos niveles de aprobación y qué papel juegan los medios en eso. Tomaron datos de opinión pública y los cruzaron con consumo de medios, y constataron que el único medio que tenía una llegada homogénea era la TV, y que a mayor consumo de TV, mejor imagen de presidente. La prensa escrita y las noticias por internet, mucho más críticas con el desempeño de Uribe, tenían bajo impacto en su imagen, porque por un lado, la prensa ofrece noticias muy diversas, que terminan contradiciéndose entre sí. Por otro, la llegada de estos medios, que tanto preocupan al poder, es muy limitada en la ciudadanía en general. Y esto ocurre en Colombia como en todo el continente: mientras que la televisión se mantiene al tope como medio para informarse (81% de los latinoamericanos, según el Latinobarómetro), apenas un tercio de la población lo hace por los diarios y las revistas, la mitad de quienes lo hacían en 1996. Los grupos sociales a los que llega la gráfica son, además, los más educados, por lo que son menos influenciables por los medios, según concluye el informe.

Estas reflexiones nos recuerdan lo mucho que se habla últimamente del poder de los medios, pero lo poco que se demuestra empíricamente. Técnicamente, se sabe que “los medios” no tienen un efecto homogéneo sobre la construcción de las opiniones sobre la gestión de gobierno. Por lo pronto, la TV parecería ser el medio con mayores efectos, por su llegada. Pero también está claro que la información mediática se refuerza con la percepción de hechos que experimentan directamente los ciudadanos, como lo es la economía, o la inseguridad (con perdón de la palabra). En la medida en que los medios presentan información contradictoria con los hechos experimentables, sus efectos sobre la opinión pública se reducen. ¿Cuánto de lo que experimenta la ciudadanía argentina coincide con el discurso oficial? Pero hay algo más: a mayor nivel cultural, menos impacto tienen los medios. Con lo que podríamos plantear, casi revolucionariamente, que si todo ese dinero que se puso estos años en una publicidad que cada vez parece ejercer menos influencia, se hubiera puesto en educación, seguramente nuestros gobernantes tendrían mucho menos que preocuparse por lo que los medios puedan influirnos. Pero lamentablemente, mientras en 2001 la publicidad de gobierno era un décimo de lo que se dedicaba a cultura, según datos del Observatorio de Industrias Creativas, hoy se pone más plata en propaganda que en cultura. Si hay algo que distingue a la administración argentina del resto del continente es que no hay registro similar de gasto en medios y publicidad oficial. A los $622 millones gastados de enero a junio de 2009, se suman los de la publicidad del futbol (que algunos estiman otro tanto), más las deudas impositivas y previsionales que se condonaron a muchos medios (que sumarían casi $400 millones más). A la luz de los resultados, está claro que todo ese dinero puesto en la comunicación pública ha rendido muy poco. Que nos poca conclusión para ir entendiendo cómo verdaderamente funcionan los medios en la comunicación pública.

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