SIN VACUNA |
Pavorrealismo argentino |
Por: Adriana Amado. Hay un chiste clásico sobre argentinos que se lo escuché a extranjeros de las más diversas geografías: dice algo así como que uno de los mejores negocios que se puede hacer con un/a argentino/a es comprarlo/a por lo que verdaderamente vale y venderlo por lo que dice que vale. Por la enorme diferencia que hay entre uno y otro precio, ¿viste? Como todo chiste gentilicio, es injusto, así que anduve buscando evidencias para rebatir la cruel metáfora de la idiosincrasia argentina. Pero lamentablemente, sólo encontré numerosas anécdotas que ratifican ese prejuicio sobre el ser nacional. |
Para peor, en los discursos públicos la exacerbación del ego es corriente. Empresitas de cabotaje que se presentan como multinacionales de primera línea; organizaciones sociales que hablan en nombre de la sociedad y tienen menos adherentes que tuitero nuevo; políticos convencidos que se les debe el bronce aunque ni siquiera pueden persuadir de sus virtudes a sus asesores más cercanos. Todos padecen de un síndrome que podríamos llamar “pavorrealismo argentino”, que consiste en desplegar las plumas para impresionar con el riesgo de conseguir el efecto contrario: es decir, quedar como un real pavo. A continuación apenas unos ejemplitos mediáticos, que conocemos todos:
-“Dígame, Doctor”: Si bien con Blumberg aprendimos a no llamar Ingeniero a cualquiera, seguimos aplicando indiscriminadamente el título de Doctor a cualquier poligrillo. El ascenso suele ser concedido a políticos y abogados, que no necesitan acreditar su posgrado como dispone la ley de Educación Superior para recibir la distinción de parte de acólitos y periodistas. Es que, al parecer, a nosotros no nos alcanza el “Dígame Licenciado”.
-Antes y después de 678: Orlando Barone el miércoles pasado decía que ahora, desde que están ellos, “la gente” se da cuenta de que los “medios hegemónicos” mienten. Parece, che, que se terminó la mentira, y lo lograron ellos solitos. Apenas con una ayudita de sus amigos del Féisbuk, estos justicieros están derribando, por fin, la mentira de un enemigo agrandado también por su propio pavorrealismo.
-Hegemonía mediática: En los últimos años los medios argentinos se han convertido en los más poderosos del mundo. Al punto que tienen efectos que no se registrarían en ninguna otra sociedad. De hecho, hay diarios hegemónicos que sólo llegan al 0,7% de la población argentina, señales de noticias hegemónicas que tienen poco más de 1 punto de rating en Capital, radios hegemónicas que no se escuchan a 50 km del Congreso. Y así. Este es un caso en que el pavorrealismo se contagia del acusador al acusado, que así pasa por David enfrentando a Goliat.
-Zócalo de TN: Es un fenómeno derivado del anterior, sin equivalente en ninguna televisión mundial y que por eso merece ser seguido con atención. En la Argentina habría un canal del cable que apenas con poner un título en pantalla generaría automáticamente en toda la gente que está en bares y salas de espera una adhesión instantánea a lo que dice. Al parecer, según acusan los justicieros antes aludidos, aun cuando la imagen muestre otra cosa, el poder de esos títulos es tal que el cerebro humano no tiene ninguna defensa y le genera cambio en sus convicciones por la simple exposición. Impresionante.
-Scioli 3.0: En un salto tecnológico sin precedentes, la provincia de Buenos Aires anunció hace poco que va por su versión 3.0, sin siquiera pasar por la 2.0. La fe en la tecnología bonaerense es tal que no importa que la gran mayoría de sus habitantes no tengan internet, y muchos de ellos, ni siquiera luz eléctrica. Ni tampoco que en muchas reparticiones oficiales usen más la máquina de escribir que la computadora. El 3.0 parece que es el destino de los bonaerenses.
-Actriz a prueba de críticas: En una entrevista en la revista La Nación, Any Ventura le preguntó muy educadamente a Juana Viale si ella notaba que se había soltado un poco en la actuación con el transcurrir de la novela. Y Juanita le contestó que ¡ella siempre había actuado suelta! Parece que incluso lo pensaría para sus últimas participaciones. Eso es lo bueno de tener abuela: te refuerza la autoestima.
Así como los italianos consagraron el neorrealismo, ¿será que el pavorrealismo argentino es nuestro legado para el mundo? Más ahora, que la globalización el virus tiende a expandirse rápidamente vía cumbres, mundiales y conferencias de prensa internacionales. Es más, dicen los especialistas, que las épocas preelectorales suelen ser propicias para el contagio de una cepa de pavorrealismo que lleva a su portador/a a postularse ante los micrófonos como la única esperanza para el pueblo argentino. Tengan cuidado porque no hay vacuna todavía para semejantes declaraciones.
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