Eliseo Verón

Por Adriana Amado - @Lady__AA Muchos preguntarán qué hace un semiólogo, más por estos días en que hay tantos haciendo ejercicio ilegal de la profesión en los programas de televisión. Pero deben saber que la exégesis de tapas de diarios o subtítulos de noticieros es a la semiología lo que el tarot es a la medicina. En un país donde cualquiera saca patente de analizador de medios, la reciente muerte de Eliseo Verón esta semana nos vino a recordar las diferencias entre esos comedidos y el análisis profesional de los signos y su mediatización.

 

En su diversa producción teórica, Verón planteó que la comunicación pública es algo bastante más complejo que un flujo unidireccional entre los medios y su público y que una noticia no se explica solamente como la influencia de un poderoso en la agenda. Pasa que su obra es más conocida por pedazos fotocopiados que leída en profundidad desde sus últimos textos y por eso algunos de sus conceptos se repiten como eslogans sin demasiadas precisiones teóricas. Como el de Construir el acontecimiento (1981), título de uno de sus libros emblemáticos, cuya idea de construcción de noticias no tiene nada que ver con una invención o una falacia sino que describe el proceso por el cual un acontecimiento se mediatiza. Demostraba ahí que el hecho de que las noticias no existan como tales fuera de los dispositivos que las difunden, no las hace falsas. Que los medios modifiquen nuestras prácticas sociales porque vivimos en sociedades en vías de mediatización no los convierte en máquinas de manipular. Que propicien debates entre candidatos que no se hubieran cruzado por fuera de los estudios o que transmitan una protesta que no se hubiera organizado de no ser televisada no significa que esos eventos sean impostura. No son falsos por adaptarse a los protocolos de los medios porque dentro de ellos no existe la distinción entre lo real y lo mediatizado.

Sin minimizar la dimensión económica de los medios, Verón planteó que La semiosis social (1988) exige analizar los espacios de la discusión social y de las decisiones políticas. En Espacios mentales (2001) Verón argumentó que “los medios no constituyen un meta-espacio más, junto a los espacios común, social y político; hay que pensarlos en otro plano: son transversales, y su funcionamiento se ha vuelto hoy la fuente principal del cambio social”. Ahí se adelantó a la última tesis de Manuel Castells que buscó demostrar en Comunicación y poder (2009) que en estos tiempos los medios no son un poder más sino que son el escenario donde se disputa el poder, lo que no menoscaba su influencia pero sí la reformula. Mientras algunos persiguen medios como a brujas, Verón dijo antes y Castells demostró después que los medios no son los cucos sino el espacio donde los linchadores de multimedios andan persiguiéndolos. Será por eso que nunca los alcanzan.

Tuve la distinción de que aceptara dirigir mi tesis de doctorado sin más recomendación que la lectura de mi proyecto, que intentaba investigar la influencia de las fuentes en los diarios. El tema hoy es común pero hace diez años por estas latitudes muchos no veían su relación con los estudios de periodismo. En el primer encuentro revisó mi rudimentaria bibliografía y me preguntó si le podía prestar un libro de Luhmann que encontró ahí. Y al repasar los textos de su autoría enseguida marcó algunos como obsoletos. Cuando le argumenté que eran de sus textos más citados por los colegas me contestó, tajante, que si él siguiera pensando para entonces (era el 2003) como pensaba décadas atrás seguramente no me convenía como director de tesis. Él, la autoridad académica, se desautorizaba. Como se desafiaba a revisarse en cada columna quincenal donde seguía el devenir de los medios y la comunicación política que luego, en esos traspasos de dispositivos que le gustaba analizar, llegó a convertir en libro. Papeles en el tiempo (2011) además incluye el análisis de los papeles de noticias (como decide traducir newspapers) y su impacto en la historia de la lectura y de los medios.

Retomará ese capítulo en La Semiosis Social 2. Ideas, momentos, interpretantes (2013), una historia de la mediatización, como sintetizó @cscolari . En el libro comparte sus lecturas que van más allá de la semiótica, organizando una lectura de tercer orden según la idea que toma de Niklas Luhmann (aunque no del libro que le presté). El sociólogo de la complejidad dice que “La realidad de los mass media es la realidad de la observación de segundo orden. Los medios de masas sustituyen las tareas del conocimiento que en otras formaciones sociales estaban reservadas a sitios de observación privilegiados: los sabios, los sacerdotes, los nobles, el Estado”. Todos somos observadores de primer grado pero en el segundo grado hoy los periodistas compiten en su versión de los hechos sociales y políticos con el Estado y las elites. Estos a su vez son observados por los cientistas sociales que serían observadores de tercer grado, aunque también pueden adoptar cualquiera de las otras funciones. Estas categorías explican la diferencia entre la información dictada por el sentido común, la que circula en los medios y la de la ciencia.

En el último tiempo el papel de Verón de observador de tercer orden fue opacado por las críticas que le deparaba su papel de observador de segundo orden. Paradójicamente, los mismos que reclaman que cada uno se identifique “desde donde habla” para considerar legítima una opinión, prefirieron evaluarlo por esa posición y no por los aportes que lo ubican entre los grandes teóricos de la mediatización, con muchos de los cuales dialogó en persona y debatió ideas que se renovaron constantemente. Cuando pase esa efervescencia que juzga impiadosamente la producción académica por lo que lee en las columnas de un diario o por su participación en un juicio que involucraba a Clarín, quedará una producción teórica de reconocimiento internacional que muy pocos académicos argentinos pueden igualar. En una academia que no se decide a reemplazar lecturas que eran críticas en su momento pero que con el paso de los años se han convertido en conservadoras de líneas de pensamiento que temen ver las cosas de otra manera, Verón renovó teorías, reflexiones, autores. Y fue uno de los pocos que en las últimas décadas entendió que cuando se trata de medios, las citas de autoridad se vuelven anacrónicas a la velocidad de los cambios tecnológicos.