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Por Luis Majul (Columna publicada en Diario La Nación) Hay una gran diferencia entre Daniel Scioli y Mauricio Macri. Al candidato del FPV, quien dedicó los últimos 20 años de su vida a llegar a la presidencia, no se le pasa por la cabeza la alternativa de perder y haría casi cualquier cosa por no dejar escapar esta gran oportunidad. Además, si fuera derrotado, ¿cuál sería su futuro político? El peronismo puede perdonar cualquier cosa, menos la derrota. En cambio, Macri no siente que se juega la existencia en las próximas elecciones. Trabaja para ganar, cree que va a ganar y quiere ganar. Sin embargo, si le dan a elegir, los fines de semana preferiría estar con su esposa, Juliana Awada, y su hija más pequeña, Antonia, en vez de bajar y subir de la camioneta de campaña. En su fuero íntimo, considera que, si no prevaleciera, podría elegir entre transformarse en líder de la oposición o disfrutar un poco de la vida, más allá de la política.

 

Sergio Massa tiene una mezcla de ambas pulsiones, pero la que predomina es la de la búsqueda del poder, porque es la que mamó del peronismo y del kirchnerismo en los últimos años. Es el más joven de los tres. Y comprende que quizá su turno puede llegar dentro de cuatro años. Depende de la perspectiva con la que se lo analice, la psicología de Macri podría ser mejor o más sana. "Habla de un hombre normal, menos desquiciado. ¡Y qué bien le vendría a la Argentina un presidente menos exaltado, por lo menos desde el punto de vista emocional!", me dijo un licenciado en sociología que hace encuestas nacionales, pero que va a votar por Margarita Stolbizer en la primera vuelta.

En la biografía no autorizada que escribí en diciembre de 2012, Jorge Lanata concluyó que para ser presidente de un país como la Argentina tenés que ser un psicópata y no poseer ni un rasgo de humanidad. Por eso, entre otras razones, había rechazado la propuesta de ser candidato a jefe de gobierno de la ciudad. Los animales políticos que ocupan cargos en la Justicia, los ministerios, los sindicatos y las áreas de decisión de las grandes empresas piensan exactamente lo mismo. Un juez de Comodoro Py que el martes estuvo en la entrega de los Premios Perfil a la Libertad de Expresión lo interpretó así: "Ni Macri ni los candidatos de Cambiemos tienen el fuego sagrado del peronismo. Les hace falta un poco más que la reivindicación de la República. Hacen falta mucho dinero, pocos escrúpulos y una dedicación a tiempo completo. La misma obsesión de Néstor y de Cristina". El magistrado lo sabe porque los padeció. El ex presidente se levantaba y se iba a dormir pensando en la política y el poder. Hay decenas de anécdotas que lo recuerdan discutiendo, y no de manera suave, con su compañera de toda la vida, por alguna decisión no compartida. Durante el primer viaje oficial que Kirchner hizo a Nueva York, al entonces canciller Rafael Bielsa le sorprendió que el jefe del Estado recorriera la ciudad a pie y no se detuviera a ver ni una vidriera ni la cartelera de una obra de teatro. Bielsa, un hombre muy interesado en la cultura, le preguntó por qué. Kirchner le respondió que lo único que le interesaba era la política. El ministro insistió: "¿En serio?". Y el jefe del Estado lo pensó mejor y le contestó: "Bueno. Lo único que me importa, además de la política, es hablar de Racing con Máximo".

Macri comprendió de manera cabal que su "amigo Daniel" haría cualquier cosa para llegar a la presidencia cuando confirmó que Scioli había instruido a sus voceros para que salieran a denunciar a Fernando Niembro. "Daniel y Fernando eran amigos. Fernando lo iba a ver, de vez en cuando, a su despacho del Banco Provincia. Nunca pensó que Scioli daría la orden de aniquilarlo", me dijo alguien muy cercano al líder de Pro. La misma fuente sostuvo que la demora en aceptar la renuncia de Niembro obedeció a que Macri no quería lastimarlo. "Fernando tiene problemas de corazón y había terminado de salir de una situación familiar complicada. Por eso Mauricio no quería soltarle la mano", relató.

¿Puede haber sido esa demora lo que le impide ahora a Cambiemos seguir aumentando la intención de voto? De nuevo, los "toques" de "emocionalidad" son los que convertirían al ex presidente de Boca en un candidato mejor. Pero para los expertos en pragmatismo peronista es la evidencia de que Macri no tiene "lo que hay que tener". Scioli y Massa miran encuestas todos los días. Propias y ajenas. El gobernador de la provincia exige a sus colaboradores que trabajen para llegar al 45% de los votos y todavía tiene la esperanza de poder alcanzarlo. Su recorrida de esta semana en el conurbano se explica porque quiere evitar posibles fugas y consolidar el voto peronista. El ex intendente de Tigre le pidió a su grupo de apoyo "una semana más" para intentar arrebatarle a Macri el segundo puesto. Fuerza la máquina, los recursos y las propuestas. El equipo de Cambiemos, al contrario, parece moverse con una parsimonia sorprendente. "El que se equivoca, pierde. El que se desespera, también", me dijo uno de los jefes de campaña. Esa carencia de dramatismo es lo que exaspera, incluso, a los dirigentes más políticos de Pro. "Nos estamos jugado la vida y los integrantes de la mesa chica nos dicen que nos quedemos tranquilos." Los macristas que vienen del peronismo son todavía más alarmistas. Consideran que ganarle a Scioli equivale a romper con 30 años de sistemas de negocios. "A estos tipos no los vamos a sacar del poder agitando el fantasma del fraude y hablando de mejorar la calidad institucional. Tenemos que responder golpe por golpe. Denuncia por denuncia".

Los que manejan encuestas cualitativas sostienen que la mayoría de la gente está "desconectada" del escenario electoral. Y que la verdadera batalla va a empezar dentro de dos semanas, con la publicidad de los candidatos en la calle. ¿Se esperan nuevos carpetazos? En el Frente para la Victoria aseguran que todavía no pusieron toda la carne en el asador. Los estrategas que trabajan con Macri afirman que si insisten en los ataques, la campaña sucia se podría llegar a convertir en un boomerang. "Lo único que mueve el amperímetro de los votos es la preocupación por la economía", explican los encargados de comunicación de Pro con una encuesta cualitativa en la mano. Mientras tanto, apuestan a una campaña "emocional".

"Empatía con el ciudadano y no desesperación por seguir en el poder. Eso es lo que hay que tener para ser presidente", contestó un alto funcionario del gobierno de la ciudad que también lee encuestas todos los días.