ERNESTINA LE PUEDE APORTAR MUCHO A LA "CULTURA JOVEN"
Déjenla ser

CQC 2009Por: Julián Gorodischer. Pergolini es un símbolo de cultura joven desde hace tres décadas. El grado de identificación que logró con la masa rockera es tan alto que no se ve alterado por la edad biológica del personaje. El mérito está en haber sabido combinar valores y convicciones que convocan una adhesión colectiva a través del tiempo, y que se heredan como bienes indeclinables de una generación a otra: machismo, misoginia, homofobia….

Pobre Ernestina, le tocó hacerse cargo de esa mochila en el debut de CQC. En la previa se notó que la intimidaba el rol de “relevo”: intentó -en entrevistas en medios gráficos- pasar por mujer-no mujer: bromeó sobre la necesidad de incorporar “una mujer” al equipo, también sobre tener un mingitorio en el camarín en el que orina de pie.

Era fundamental, el lunes, que ella pisara firme, en la misma dirección que el jefe o en otra. No ayudó, en la apertura, diluir la identidad del ciclo dentro de la programación general de Telefé. El gag era que los conductores caían por error en Operación Triunfo, o en Los exitosos Pells, lo cual hacía más grande el recuerdo del jefe, siendo su antítesis: si Mario se fue de Canal 13 enfrentado con Marcelo Tinelli, si “tenía el coraje” de pelear con Susana, la mega diva de Telefé aún estando contratado por el mismo canal (lo cual reforzaba su mitología de “rebelde, con los huevos bien puestos”), Ernestina “jugó” a ser la conductora de Mega News y a agarrarse “de los pelos” con la Peterson por el amor del donjuán de Amigorena. 

Aún si se intentó diferenciarla por el lado de “ella es buena, Mario era malo”, la referencia a la corporación no le hace nada bien al nacimiento de una nueva voz propia. 

El moscardón televisivo con el que CQC innovó en los ‘90, y que vendió a todo el mundo como una marca registrada auténticamente criolla, es una de las poquísimas marcas globales creadas por Argentina, lo cual conlleva un mérito histórico. Pero perdió la capacidad de crear un adversario fuerte: el moscardón se lleva bien molestando con recurrencia al mismo personaje, volviendo sobre el punto y llegando a consagrar moscardones especializados en un presidente o en un ministro, como en su momento pasaba con los acosadores de Menem o Cavallo. 

El recurso de aguijonear en la escala del “municipio” y la alusión reiterada a ser “la voz de la gente” hacen que CQC pelee simbólicamente con el noticiero (mantiene una disputa con Telenoche por el parecido de sus secciones Decíselo en la cara y A la calle con Malnatti) y que envejezca entre los géneros televisivos de la vida adulta. Pierde el poder contestatario de sus temporadas anteriores. Si la TV basa sus géneros hegemónicos (desde el concurso telefónico al noticiero) en fórmulas de discurso como “Resolverle problemas a la gente” y/o “expresar las necesidades de la audiencia”, CQC adhiere. Y resigna de ese modo su pretensión irritante que regía su inclusión en el conjunto de “cultura joven”. La salida de Pergolini lo hizo.

La solución sería, con los recursos que tienen, recrear otro modelo. Sería un “joven” más sofisticado. ¡A ver si pueden hacerlo “picar” en la masa! Sería maravilloso que Ernestina y Juan pudieran desplegar en Telefé el juicio analítico y la capacidad crítica, el humor zumbón basado en la espontaneidad (y no en esos guiones que les hacen decir), que se expresa en la revista Los Inrockuptibles o en sendos programas de la FM Rock & Pop. Entonces, a la procacidad patotera de la dupla Pergolini/ De la Puente se le opondría el sarcasmo que Juan demostró en radio con Day Tripper y la elegancia de las fotos de Ernestina o la de su hermoso restaurant llamado Million.

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