IMITACIONES DE GRAN CUÑADO VIP: TRES MODOS DE LA COPIA
Versión libre y réplicas

Mirtha por Martín Bossi en Gran Cuñado VipPor: Julián Gorodischer. Florencia. La imitación de Florencia de la V, que corresponde a Martín Bossi, es una versión libre del original; no hay voluntad de réplica en ese trazo imperfecto, monocorde, focalizado en la mandíbula trabada y cargando las tintas sobre el tonito chabacano sin las eses. Lentamente, desaparece la figura más glamorosa de la travesti principal vedette de la calle Corrientes para que se cuele la obsesión de la productora Ideas del Sur por masculinizar a este personaje; tiempo atrás lo travistieron de varón en la tira Los Roldán, y publicitaron el capítulo en el que se la vería con sombrerito de lana y jean de hombre con varias semanas de antelación. Otra vez, la imitación de Bossi se hace tosca, puteadora, callejera. “Nos sacamos las caretas”, dice, como “la homenajeada” y habla de sí mismo en masculino y desarticula la pronunciación hasta hacerla inentendible. ¿Qué dijo?, pregunta uno de los históricos gomazos revividos desde el off.

Mirtha. Bossi, antes Cristina, hoy también Mirtha, tiene gran talento para reproducir gestos y mirada: la réplica, en este caso, se da parcialmente, acotada al primerísimo primer plano de los ojos. Tanto en Cristina (la caidita), como en Mirtha (la pícara soñadora) la mirada congela momentos de exactitud en la definición del rostro ausente que nunca se equiparan a la performance de buena a regular (desgastada por la larga duración de su momento) de la voz. En el caso de Mirtha, se va cascando, se masculiniza cuando lleva un tiempo sonando; se deshilacha y el imitador se empieza a devorar al personaje, se entrega a juegos y códigos internos con la producción y el equipo de técnicos de Showmatch, como último recurso para reavivar la llama, cuando comprueba que empieza a escasear ese bien supremo, el juicio último, definitivo, de la actuación: la risa muda de boca bien abierta de Tinelli, que se derrochó en la presentación de Moria y aquí no se desata.
 
Moria. Su imitación en Gran Cuñado Vip es una réplica del original (Moria Casán): reproduce discurso previamente enunciado línea por línea (modelo de inspiración en Sarah Palin a cargo de Tina Fey); desvía atención a un segundo plano de acciones en paralelo con lo hablado: por lo general ese segundo plano consiste en un reparto de besos (al conductor, a su caniche toy, al “público” –que motiva la demagogia junto a la tribuna-). A diferencia del tono de improvisación del resto de los personajes, su relato se estructura como monólogo previamente escrito y dicho aceleradamente (menos en la línea de Pinti o Tato que de show cómico de boliche gay, donde la fascinación por “las figuras de la televisión” se compensa con ironía marca de género).  Gustavo Moro es más un doble que un imitador, un capturado por el ídolo: demuestra dominio total de la biografía familiar y profesional de la retratada, captando incluso el estadío mediático más reciente del personaje, lo que todavía no cristalizó como caricatura. El ataque de ira, entonces, oscila entre la pena y la brutalidad verbal y pone en relieve el continuo manoseo de un mechón, la amenaza: “A Tribunales”, “Carta documento para todos”. Bossi lo acentúa consciente de su potencial dramático, paso previo a “la perdición”, poco antes de merecer el The E! thrue story ( en realidad, la versión local Secretos verdaderos que se da los sábados en el canal América).

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