UNA ENTREVISTA DE TV DISPARA UN RECUERDO
Hacer terapia con Liniers

Conejo de ViajeLiniersPor: Julián Gorodischer. Haciendo zapping, me encontré de casualidad con Liniers en El detonador de ideas, el programa de Canal á que conduce Eduardo Cura, y recordé a Conejo de viaje, su novelita gráfica editada, en 2008, por Sudamericana que cumple con la promesa de la contratapa (“…este es un libro feliz”) y me funciona, en lo personal, como conjuro que me defiende de los siguientes males: dificultad para hacer foco, dispersión en ideas laterales obsesivas, ansiedad generalizada, tristeza, ofuscamiento, ensimismamiento. En esas páginas se puede ver/ leer la antítesis: consustancia con el entorno, intensidad de la experiencia, afectivización instantánea de objetos, paisajes y personas, conexión profunda con el presente, disfrute omnívoro y expansivo que se extiende a dibujar, hacer negocios, comer, dormir, y relacionarse con la familia y la pareja.

Como una pócima, el reencuentro con Conejo de viaje me rescata del autoengaño y de la membrana que se suele instalar entre la mirada y el mundo, producto del acostumbramiento, la rutina, el tedio: el mapa de realidades que recorre Conejo, el alter ego dibujado del propio Liniers, no califica a las ciudades y países con jerarquías ni aplica clichés nacionales - regionales; todo es visto amplificado, mejorado, nunca reblandecido. La afectividad nunca pone en crisis su verosímil.

Por todo es tocado; todo interpela directamente a su corazón. Conejo/ Liniers, por suerte para nosotros, desarrolló el ritual obsesivo de registrar en papel todo lo que ve o visita: las vistas de los hoteles en los que se aloja, las sobremesas con amigos alrededor del mundo; es generoso con la data: provee nombres propios, deja entrar a la casa de Maitena, nos introduce en su charla de pasillo privada con Rodrigo Fresán, inmiscuye al lector imaginario en la fiesta de la revista peruana Etiqueta negra, cruza géneros: la columna de sociales, el chisme, la nota frívola, pero también el poema; todo lo siente, todo afecta al Conejo/ Liniers, de inusual espontaneidad y velocidad para sentir la experiencia, para dejarse afectar por un aquí y ahora; para no adelantarse ni saltar al minuto de después como exige la vida moderna. Recupera la figura de un viajante sosegado, interesado por su tiempo; es un cronista que participa de los tours de redactores y reporteros gráficos como un testimoniante más de sus temas de interés, empezando por los pingüinos.

¿Qué es la realidad? Su mirada cándida, idealista, generosa, confiada, transforma en amistad un habitual “contacto”, relata la entrevista de negocios (para vender sus tiras a diversos diarios españoles, acompañado de dos agentes editoriales) en igualdad de perspectiva que ante un cielo de estrellas en la Antártida; todo deviene en biografía visual, y ésta a su vez en novela ficcional sobre una vida conectada poderosamente con su entorno.

Hoy, durante el régimen hegemónico de Facebook, la palabra “amigos” devino –en algunos casos- en lucecita verde o roja sin nombre ni rostro identificado (chat de la red social). Es en ese marco donde el contacto con las páginas de Conejo de viaje (o de cualquier Macanudo) se recomienda en clave terapéutica: para reencontarse con la posibilidad de mirar subjetivamente una realidad desregulada de convenciones protocolares y las postales turísticas. Lo que hay es experiencia vivificante de quien narra, para quien lee.

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