DON CARLOS, O PAPITO, PERSONAJE DE LA AFIP
Extraña metáfora

Don Carlos (de la publicidad de la AFIP)Por: Julián Gorodischer.  El Estado cambia sus formas de representación mediática: vean si no a Don Carlos, o papito, en el aviso reciente de AFIP (Administración Federal de Ingresos Públicos). Don Carlos aparenta ser un Estado bondadoso, distributivo, que lo poco que tiene decide rifarlo entre todos los habitantes de su suelo, su fábrica. Don Carlos está siempre sonriente y comunica las decisiones que involucran al bien común apenas pasados “cinco minutos”.

Los bienes de Don Carlos –es lo que simboliza con su gesto: la rifa del auto- pertenecen a las bases. No hay una frontera de separación entre la masa de obreros y su líder. No hace favoritismos: incluye en sus decisiones (un blanqueo anterior y esta rifa) a todos los que figuran en “la lista”, la instancia que garantiza identidad singular en el territorio compartido. Don Carlos -su imagen superficial- es la de cooperativista que entendió que el destino personal está ligado estrechamente con el bienestar de su “equipo”, y por eso actúa en consecuencia.

Luego se revela su forma tan particular de representar al Estado (la publicidad es de AFIP). El Trompa, nunca tan canchero, se da aires. Si Don Carlos es la AFIP (porque, como esa agencia, entrega autos) el Estado asume una extraña representación: el papito. Papito podría haber repartido el dinero del premio entre todos (vendiendo el auto) pero elige sortearlo para que uno solo lo disfrute; le gusta postergar la resolución de enigmas que mantienen en vilo a la gente; dice que desde hace cinco minutos es poseedor de un auto nuevo, paladea el saberse odiado por quedárselo; extiende la pausa, disfruta con el malentendido, los alienta a pensar que son merecedores de “lo nuevo”, para luego aclarar que el beneficio es “para papito”.

Papito, fue incapaz de pensar una forma de la distribución más justa y en cambio sacudió la canastita y dijo: Tudo bom, tudo legal; es tacaño (“miren que yo no me puse”) y encima jactancioso. ¿Pensaron, la plebe, por un minuto, que Don Carlos había decidido hacerlos destinatarios del beneficio? No, les corresponden los restos (publicidad incorrectísima avalada desde el Estado): son de segunda, se comen sílabas (hablan mal), destinatarios del auto usado que total está “pipí cucú”. Y encima se resigna, “el negro”, sin amagar a resistir; calla, otorga… Luego festeja la masa conformista. “Tá bien, tá bien igual”.

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