EL MUNDO VISTO POR NAT GEO
Frontera: zona de peligro

Patrulla de la fronteraPor: Julián Gorodischer.  En sus orígenes, la marca National Geographic se planteó el conocimiento general de la geografía y el mundo. Las páginas de su revista mensual, National Geographic, fundada en 1888, propusieron como lema editorial: “Para la difusión del conocimiento geográfico". El apoyo a investigaciones antropológicas y la concepción del mundo como un territorio extraño, así como la exaltación de la idea de viaje, dieron como resultado la consolidación de un logotipo jerarquizado, de consumo calificado, “culto”, alardeado en las encuestas sobre hábitos de espectadores.

El vuelco al safari humano, todavía en convivencia con leones y elefantes (entre las bestias más visitadas), renueva el punto de vista del canal Nat Geo. El planisferio se organiza como un adentro y un afuera de los Estados Unidos: en la franja central de las 20 y las 21 horas, el flamante Frontera: zona de peligro constituye un nuevo héroe, superpuesto a la figura empírica del policía de estaciones y aeropuertos.

“Trabajando las veinticuatro horas del día –se los promociona- los oficiales y agentes del organismo de protección fronteriza y aduanera se encuentran en el frente de la guerra contra el narcotráfico, la inmigración ilegal y el terrorismo”. La delincuente del capítulo anterior llegaba desde Canadá con una sospechosa valija y, lo que es peor, un CD con fotografías personales, lo que indicó a nuestros prodigiosos monos, que podría estar queriendo ofrecerse como modelo en territorio de los Estados Unidos, conclusión a la que llegan por los retoques que consideran excéntricos en su peinado y la portación de anteojos oscuros.

Ante la duda, la denegación del ingreso es un hecho consumado.

Así  estamos: la TV antropológica acompaña el rediseño planetario deviniendo menos en testigo de los sucesos naturales del amplio mundo que en un militante a favor de una causa nacional: órgano difusor de política exterior que, independiente de una administración puntual –en la demócrata época de Obama-, cierra filas con otros grupos noticiosos, como la CNN y la Fox News, para encarar una construcción centrípeta y paranoica del relato.

Lo que verdaderamente importa está adentro: por eso el documental acompaña a los monos cuando patrullan la zona de Nogales, en Arizona, en la frontera con México. “Rescatan en helicóptero a un grupo de inmigrantes ilegales abandonados por sus guías en el desierto”. Todavía falta lo mejor, que se anuncia con la retórica del showbusiness: generación de intriga, valoración positiva de la escena, recursos tomados prestados posiblemente de una publicidad de la saga de ficción CSI:

“Presenciaremos encuentros armados en la noche y veremos a los oficiales cuando desmantelan vehículos en busca de compartimentos ocultos llenos de droga u otros artículos de contrabando”. Inmigrantes demorados o detenidos a cara limpia, conclusiones apresuradas presentadas como verdades inamovibles, lecciones moralizantes desprendidas de la desesperación o la expectativa de un rebotado cuyo pecado es buscar un trabajo o mejorar sus miserables condiciones de existencia.

En el pasado queda la ilusión de ser transportados al corazón del mundo natural, para extraer aprendizaje de la vida en común de loros o ballenas. Todos tenían –siguen teniendo en otros bloques tradicionales de la programación- algo para enseñarnos, desde cómo encarar el apareamiento a cómo manejar las rivalidades sin quebrar la vida en común.

Las manadas y las tribus estaban, quizá sobreactuadamente, en un sitial elevado con respecto a nosotros, quizá simplemente jerarquizados por su singularidad o su lejanía. Fronteras… va en el sentido contrario, y es imposible no leerlo como un síntoma general que trasciende a un programa o un canal puntual y delata la manera en que la “América bajo ataque” viene diseñando la cosmovisión del mundo desde septiembre de 2001.

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