BALANCE DE LA SERIE DE MASAS, A HORAS DE SU GRAN FINAL
La lección de Lost

LostPor: Julián Gorodischer.   ¿Qué nos dejó Lost, que esta semana se despidió para -presuntamente- no volver jamás a las pantallas de los teleadictos a sus preguntas sin respuesta? En La filosofía de Lost, Charles Taliaferro y Dan Kastrul sostienen que “se situó en la gran tradición de las narrativas de islas que suelen explorar cuestiones de carácter e identidad”. Pero sólo revolucionando esa tradición de náufragos, la serie se identificó con nombre propio entre los clásicos de la literatura universal: la innovación formal -la alteración del orden de los tiempos- se extiende al plano de los contenidos. Fue una narración que  fundió pasado, presente y futuro en un mismo plano, que hizo del flash back y el fastforward una unidad esencial hoy más frecuentada por la ficción norteamericana que la progresión lineal realista del tiempo de una historia...

Lost hizo que simultáneamente fueran visibles el pasado y el presente de sus personajes; naturalizó el componente sobrenatural acostumbrándonos a convivir con los Otros, con un oso polar en una isla tropical, con muertos redivivos... se amoldó -o estimuló- los grandes relatos (en la novela y las noticias) sobre el Apocalipsis. “Suponer una destrucción real encaja en las advertencias de la tragedia griega: descubrir la propia identidad puede traer consigo el desastre..., revelar y descubrir las apariencias puede ser destructivo. Pensemos en esto en relación con Kate, Locke y Jack”, siguen Taliaferro y Kastrul.

Volviendo a la unidad fundamental de la narración de J.J. Abrams (el salto temporo-espacial hacia delante o hacia atrás), podemos pensarlo como las zonas en las que Lost se dignó a proveernos esbozos, fragmentos de respuesta, o al menos pistas falsas que ordenaban el caos de contradicciones y desmentidas. El flash back fue el tutor que nos ofreció un contexto y una contención para asimilar a cada personaje. Pero, curiosamente, Lost es un tratado alrededor del presente, de cómo “no hay familia, ni comunidad ni sociedad en ese presente para limitar la libertad,  lo que lleva a Charles Girard a preguntarse, también en La filosofía de Lost, “¿qué tan libres somos para reinventarnos cuando lo único que queda de nuestro pasado es el recuerdo de nuestras acciones y elecciones? ¿Podemos escapar de la tiranía de nuestros recuerdos?”. El presente de Lost fue, quizás, una toma de partido a favor de la reinvención sobre el determinismo, aplicado a la construcción de comunidades nacionales -por qué no- tanto como a nuestras vidas personales en cuanto espectadores del Siglo XXI... “En la isla de Lost, las restricciones sociales no están institucionalizadas ni son tan opresivas como en una sociedad normal -sigue Girard-; la libertad personal es más amplia y las posibilidades de reinventarse son más frecuentes.... pero no es un estado totalmente libre del determinismo social”.

Después de todos estos años de Lost, gracias a la maestría narrativa con que Abrams y Damon Lindelof nos llevaron hacia adelante y atrás y a una dimensión alternativa, y nos hicieron imaginar allí un paraíso infernal, o la conformación de un recuerdo o alucinación colectivos, o un experimento político empresarial, quizás -como observa la profesora de filosofía Sandra Bonetto-  ahora sepamos que uno puede empezar con una nueva identidad en una ciudad nueva “pero aún cuando la situación sea de estreno, uno siempre lleva consigo el pasado en los hábitos, expectativas, recuerdos y en el rostro. En general nuestros planes se adaptan a las circunstancias: son las circunstancias las que circunscriben, si no las que dictan, nuestros planes”.

Lost -asegura el filósofo Jeremy Barris- significó una experiencia profunda, existencial, que conectó con los temas básicos de nuestra existencia humana, y así pudo ayudarnos a entender por qué otras series nos resultan atractivas, incluyendo algunas de detectives y de resolución de enigmas... La lección de Lost, sin embargo, es que la cultura del entretenimiento es a veces un tipo de arte profundo. Quizás no seamos concientes de esta profundidad, pero eso no la hace desaparecer”.

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