LA CORPORACIÓN Y LA PATRIA
El vuelo del chorizo mariposa

Chorizo mariposaPor: Julián Gorodischer.  Me gusta el aviso “Ceremonia de apertura”, que promociona a Movistar en el Mundial de Sudáfrica. Es un quiebre con respecto a la tradición que impuso cerveza Quilmes, representada tradicionalmente por una masa embanderada gritando un gol consagratorio en un estadio repleto de hinchas.

Juan José  Becerra dice que “el nacionalismo es a la Nación lo que la cartografía al territorio”. Los avisos del mundial se abusan de ese cierre imaginario de fronteras que estipula límites e impone divisiones. Se fue llegando al paroxismo con “Dios les habla a los argentinos”, el comercial de Quilmes que -en cadena nacional- nos confirmó la condición de pueblo elegido. “Ceremonia de apertura” cuestiona los alcances de esa autocelebración. Para empezar, no se canta el himno. La delegación uniformada con gorrita realiza su primera figura “y es el Obelisco”. Dan vueltas sobre sí mismos y forman “una birome”.

Se moderan las expectativas, se extingue al jugador del plano, se elude la contratación millonaria de celebridades. Es un aviso interesante –creo- porque se corre del relato unívoco sobre el fútbol que nos resultó contemporáneo: única vía para un ascenso social drástico.

El relato del fútbol argentino encuentra su protagonista en Carlos Tevez, el Apache, no en el héroe atontado instalado sobre la presencia vacilante de Lionel Messi. Un gran relato se afianza sobre el “piola vago” pero no sobre un crack que no comete goles: esa flacidez en el momento cúlmine no es de argentino, pasa al terreno del anecdotario, no proyecta sus efectos hacia el futuro.

Ni lo uno ni lo otro se podrá encontrar en “Ceremonia de apertura”: no está el ídolo, no está Dios, no está el presente, no está el realismo: se violentan varios tabúes. La publicidad es el único campo de sentido en el que el mercado masivo tolera la experimentación y el riesgo de los llamados “creativos”, ni siquiera la corporación se inmuta con las diatribas que en Youtube esconden al hincha indignado, que brama: “¡Qué mierda los publicistas que hicieron esta mierda! Hasta risa me da lo basura que es!”.

“Una chuleta –sigue la locutora del aviso, cuando la delegación realiza el perímetro nacional. Después, un huevo, un pajarillo-; es el Pájaro Caniggia. ¿Y eso? Es una nariz. Es la nariz de Bilardo. ¡Qué gran nariz!”. Cuando el plano se acerca a un rostro dentro de la delegación se focaliza en un hombre obnubilado ante sus propios movimientos, rindiendo culto al icono de la transnacional pintado en colores patrios, en un recorrido ascendente. Se levanta también el aparato, y se imprime la leyenda: “Somos capaces de cualquier cosa”. Lo último que se escucha es “¡Qué bonito!” (la locutora a punto de llorar).

En el balance, con la Argentina ya eliminada, “Ceremonia de apertura” quizá empañe hasta la venta del producto cuando vuelve extraños, introduce algo de ruido, saca de contexto los rituales de la representación patriótica en contexto de partido de fútbol. Cuestiona, probablemente sin proponérselo, el encumbramiento de ídolos colectivos –algún día mitos nacionales- cada vez que en vez de la carita de Messi o las piernas de Maradona vemos elevarse a la achura partida al medio, ese chorizo mariposa que “está comenzando a volar.”

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