DE GRADUADOS A DULCE AMOR Y  SOS MI HOMBRE/
La  clase media en pantalla

DULCE AMOR - GRADUADOS - SOS MI HOMBRE - TIEMPOS COMPULSIVOS - MIS PROBLEMAS CON LAS MUJERES/Por: Adriana Amado - @adrianacatedraa Tantas cosas nuevas para ver y los televidentes venimos a renovar votos con la tele de siempre: telenovelas básicas, telecomedias clásicas. Desde que esta ficción vino a refrescar el encendido nocturno como hace mucho no pasaba, me ronda la pregunta de qué hace tan exitosas las ficciones que funcionan en el horario central. Y encontré varias coincidencias:

-Nada de realismo. Está claro que es ficción, sin pretensión de testimonialismo. El trazo grueso, la parodia, el absurdo se meten en cualquier momento y aflojan el dramatismo cada tanto. Un poco de amor contrariado a la hora de la cena pero no tanto para atragantar la milanesa.

-Personajes de la vida cotidiana. El chofer, el kiosquero, la vecina aficionada al microemprendimiento (Dulce amor). El guardia de seguridad, el bombero voluntario, la abuela inmigrante (Sos mi hombre). El paseaperros, la “idishe mane”, la secretaria inútil, el empresario nacional (Graduados). Si aparece un diseñador gráfico palermitano se compensa con un amigo que labura de promotor en un supermercado disfrazado de peluche (Mi problema con las mujeres). Laburantes ficticios de oficios reales. La psiquiatra rayada (Graduados) o el terapeuta sarpado (Mi problema con las mujeres) son ejemplos de profesionales desacralizados, en contraste con los de Tiempos compulsivos o de En terapia, demasiado sufridos para ver antes de ir a dormir.

-Humor, deliberado o impensado. Sea porque la gracia está incluida en el guión, como en Graduados, o porque resulta del absurdo del personaje, como el Oso de Sos mi hombre. O porque la risa (y ahí es cuando es sublime) la provocan las malas actuaciones. Dulce amor ve amenazado su liderazgo en esta categoría por Sos mi hombre: ambas novelas entendieron bien que si los protagonistas exhiben los bracitos trabajados no necesitan mostrar dotes actorales. Pero es indudable que esa distensión es lo que decide al zapping. Showmatch lo logró este año en contadas situaciones, con una ayudita de Charlotte o de Gasalla, o con todo el despliegue del Aquadance. Los números de audiencia confirman la necesidad de esparcimiento al final del día.

-Nada de drama de hondo contenido humano. Aunque venga de la mano de un buen guión y de excelentes actores, como en Tiempos compulsivos. Cada cosa en su lugar: si en el noticiero el infierno está, necesitamos descansar un rato en el paraíso de la irrealidad. Entonces preferimos malos actores para buenos momentos, que los mejores intérpretes si nos van a hacer sufrir demasiado. Quizás esa haya sido la causa de que En terapia no haya conseguido atraer la audiencia que hubiera merecido en otro contexto.

-La clase media protagoniza. Ni los ricos despreciables, ni los pobres de compasión. Gente de la mitad de la tabla que en algunos capítulos es buena; en otros, insoportable; por ratos, adorables.  Aunque las variantes media-alta y media-baja comparten pantalla, no hay lucha de clases. En Sos mi hombre, la Rosi y el Huachín se integran dulcemente a un mundo menos hostil del que vienen.  En Dulce amor los inconvenientes no vienen del odio de clase, sino precisamente por no haberlo depuesto en su momento. A lo sumo en Graduados encontramos una revolucionaria del servicio doméstico que tiene a sus patrones marchando al son de su tonada cordobesa, pero sin demasiado conflicto. La mesa de fórmica y el táper en la alacena hacen sentir a la mayoría de los que ven televisión abierta en horario central como en casa.

La ficción ocupa apena el 10 % de la programación según el último informe del Afsca. Solo excepcionalmente, como este año, consigue estar en el podio de los más vistos y entrar en  la conversación, como confirma  el monitoreo de ar.comenta.tv. La ficción es la principal producción de la nueva TV digital, aunque la mayoría de sus propuestas están muy lejos de tener en cuenta estas cuestiones que el público elige.  Y no me extrañaría que por ahí vaya su baja popularidad. Pero bueno, no para todos es grato ver a la clase media en televisión.

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