La leona y Los ricos no piden permiso

Por Leni Gonzalez - @LenideEscalada Los empates en televisión no sirven. Y ganar por poco le alcanzará a la estadística pero no al corazón. Pero antes de caer en la jactancia del vencido o la suficiencia del triunfador, mejor ir por el dato y después por la hipótesis. Los números del rating del prime time muestran que en el mes inicial de competencia entre Los ricos no piden permiso (Trece) versus La Leona (Telefe), la primera telenovela sacó una leve ventaja sobre la segunda. Según Ibope, la tira de Pol-ka promedia los 12,7 puntos mientras que la de El Árbol, los 11,6. Si la tendencia continúa, revierte o ameseta, no hay forma de predecirlo.

 

Por ahora, el resultado es decepcionante porque no está a la altura de la expectativa que había calentado la pantalla y las redes. Y porque ante dos opciones bien distintas siempre resulta más simple analizar “de qué lado está el espectador” cuando la preferencia o el rechazo es notorio. Pero empecemos por comparar a La Leona (LL) y Los ricos no piden permiso (LRNPP):

1-Realismo-idealismo: Ambas telenovelas refieren a una sociedad que ya no existe, punto que poco importa mientras sea verosímil. En LL, la fábrica aparece como unidad de convivencia e identidad para los trabajadores. Es un mundo evitista donde obreros y empresarios comparten el mismo sueño y la palabra es compromiso. En LRNPP, la acción transcurre en una estancia alejada de la ciudad, donde vive un clan millonario de a caballo al estilo hacienda latina, servido por los de abajo, mucamas y peones precapitalistas.

2-Amor-odio de clase: Culebrones al fin, los enfrentamientos entre poderosos y vulnerables son comunes a ambas. Y ya sabemos que en ese contexto, el dinero corrompe, la escasez dignifica y el amor rompe las barreras. Pero veamos cómo porque para arrasar con las diferencias hacen falta buenas razones. La pareja Nancy Dupláa y Pablo Echarri traspasa la pantalla con calor y ganas de tocarse mientras que Araceli González, Juan Darthés (curiosamente, ambos siempre lucen rosarios al cuello, un detalle complicado para la pasión) y Luciano “Super Músculo” Castro, es decir, la maestra, el patrón y el peón, forman un trío muerto antes de nacer. Tan inviable como la mucama Agustina Cherri y el patrón alcohólico que balbucea Gonzalo Heredia. Los vínculos no son creíbles, los personajes son acartonados y no parece sucederles nada. Si LL le resulta a algunos “grasa” o no, es cuestión personal y discutible. Pero, sin duda, las relaciones afectivas en LRNPP son gélidas y desangeladas.

3-Villanos antológicos: Indispensables para el melodrama, en esta categoría el malo de Miguel Ángel Solá es el gran momento de la tira y, creo, de las ficciones del año. Cuando aparece, ocurre algo y se potencia si se cruza con Esther Goris, el personaje fantástico de la historia, una Evita remixada con perversión. En LRNPP, el villano de Luciano Cáceres está más cerca del humor que del horror y el de Raúl Taibo, aunque le pone toda la verdad que puede para un género que conoce al dedillo, se derrite entre ausencias. A la gran mala la tuvieron con Norma Aleandro pero se murió en el primer capítulo.

4-Sexo o fantasía: Una divisoria de aguas reside en este aspecto a la hora de elegir. En el campo, en esas lejanas y misteriosas tierras, hay una laguna con poderes curativos capaz de reanimar muertos. Suena algo escabroso pero no lo es (o si lo intentaron no se notó). A los chicos les encantan los monstruos, los zombies y Frankenstein. En cambio, LL optó por meterle sexualidad a las vidas de sus personajes con escenas que no son para toda la familia.

Por lo tanto, entonces, vamos al cuasi empate: ¿Por qué ninguna de las dos pica claramente en punta? ¿Por qué el guión de Pablo Lago y Susana Cardozo con personajes protagónicos construidos con solidez y actuaciones vibrantes no arrasa la ñoñería temblorosa del libro de Marcos Carnevale y equipo? ¿Por qué el ramillete de galanes Darthés-Heredia-Castro no revuelca por el piso al ojeroso Echarri ni las bellas imágenes de esa casona entre los árboles no aleja del todo la murga colorinche de un barrio caído del mapa?

Porque, por fallo dividido, hay público para las dos. Es verdad que LRPP pegó primero, una semana antes, y eso quizá tuvo incidencia. Pero por otro lado, LL le sigue a la turca ¿Qué culpa tiene? Fatmagül, el programa con mayor rating de la televisión cuando no hay futbol. También se habló mucho de un boicot a la pareja K contraatacado en las redes por el aguante de la militancia, toda una gran estupidez que deseamos suponer no tuvo mayor relevancia.

Por eso, simplemente, en una audiencia de tevé abierta cada vez menor, las preferencias se repartieron entre los que buscan una historia tradicional, con toques fantásticos y escenas naif, y aquellos que quieren enfrentamientos apasionados y una lectura política, algo ajada pero puesta sobre la mesa; dos maneras, en definitiva, de contar el amor, el eterno tema de las telenovelas: desde la tierra o desde las nubes.