No sé usted, pero a la hora de colocar el voto, el mío obedece cada vez más a razones puramente intuitivas. La cara del candidato. Algún gesto de, creo yo, autenticidad. Una respuesta que parece medianamente sensata y fuera de libreto.

A decir verdad, lo que uno hace cada vez que vota en la Argentina, es usar el poder de la intuición. Sin bases políticas, sin ideologías, sin movimientos claros, concretos y definidos, lo único que nos queda en pie es echar mano a la inteligencia emocional.

Tal vez sea buena para el truco y otros juegos de barajas, pero emplear la intuición para ejercer supuestamente nuestro derecho ciudadano por excelencia, es bastante flojo. Y no es que uno se resista a informarse. A ver entrevistas a candidatos, escuchar debates, leer analistas, y la mar en coche. Este es, a mi entender, síntoma de un mal mayor: la falta de partidos políticos.

Estos partidos de ahora son sólo nombres de fantasía, una cartulina pegada con cinta. No tienen historia. No tienen bases. No representan tradición de pensamientos de ninguna clase. Son sencillamente amontonamientos humanos encausados en pos de una oportunidad de corto alcance. Alianzas, rupturas y traiciones armadas sólo con el fin de acomodar un puntito, una banca, poner aunque sea el dedo pequeño en el gran plato del poder.

Es urgente: hay que volver a las viejas épocas donde los partidos tenían una historia. Y garantizaban una línea de pensamiento. Sólo con las siglas ya eran reconocidos: el PI, el PJ, la UCD, la UCR, el PC. Ahora, es poco lo que queda de esas siglas. Y la tradición y la historia se han ido a pique. En Estados Unidos, al menos, es más sencillo: están los demócratas y están los republicanos. Y la diferencia entre ellos, es palpable. En la Argentina, los partidos políticos históricos están acabados. Y sus sedes centrales son piezas de museo. El costo de todo esto, es muy caro. Usar la intuición. Ese músculo etéreo que tan bien saben moldear los asesores de campaña. Con un poquito de acting. Y otro poquito de photshop. Que Dios nos ayude.