(Columna publicada en Diario La Nación) Julio Bárbaro, uno de los mejores amigos de la política que Francisco tiene en el país, cree que la reciente visita del presidente Mauricio Macri al Vaticano pudo haber servido para preparar el futuro viaje del Papa a la Argentina en 2018. "Este último encuentro fue bueno. Fue cálido. Ayudó a disipar los malentendidos. Pero Francisco, el año que viene, aquí no va a venir: 2017 es electoral y él no pertenece ni quiere que se lo confunda con ninguna facción o partido. Sin embargo, en 2018 tiene que venir sí o sí. Porque lo necesita el Presidente y lo necesita el Papa también." La última vez que se comunicaron, Bárbaro le preguntó: "¿Se imagina si se va al cielo sin la enorme alegría de volver como papa a la Argentina?". El dirigente dice que Francisco respondió a su pregunta con un prolongado silencio. Entonces Bárbaro le dijo: "Si usted no vuelve, si nos perdemos esa oportunidad, los que interpretamos su papado como un milagro de la vida vamos a terminar creyendo que la Argentina sufre un verdadero trauma".

Por si todavía quedaban dudas, Francisco volvió a recordar ante los mismos argentinos con los que se comunica con frecuencia que no fue él quien formateó el tipo de vínculo que ahora tiene con el Presidente. "Durante ocho años estuvimos a 50 metros de distancia y mantuvimos una relación fructífera. No recuerdo más que un fuerte cambio de palabras y de ideas. A lo sumo dos. Pero él eligió plantear el vínculo por la vía de la Cancillería y no como un viejo amigo de tantos años. Si hubiera pedido la audiencia como un viejo amigo, lo habría recibido en Santa Marta", dice Bárbaro. Palabra más, palabra menos, lo que piensa el Papa.

El dirigente dice que al padre Jorge Bergoglio el papado no lo cambió. Que tiene los mismos amigos de siempre. Y que, en todo caso, el que cambió fue Macri. O su manera de hacer política. ¿Es un mito o un rumor que a Francisco le disgusta el asesor del Presidente, Jaime Durán Barba? Para Bárbaro, Francisco no tiene ningún problema personal con Durán. Tampoco con el jefe de Gabinete, Marcos Peña. Lo que sí tiene son profundas diferencias sobre sus concepciones políticas. "El Papa cree que Durán Barba y Peña desprecian todo lo que consideran viejo, como la política y la religión. Quizá piensen que el futuro es la nada misma y las redes sociales. Sólo espero que no sea así, porque harían meter la pata a Macri y al resto de Cambiemos", interpretó Bárbaro.

El sábado pasado, en el Vaticano, hubo sonrisas. Los que participaron del encuentro dicen que el jefe del Estado hizo un gran esfuerzo para demostrarle a Francisco su preocupación por los pobres. Y el Papa, en un gesto de aprobación, guardó los mapas de Macri con el detalle de cómo se está intentando combatir la pobreza y el narcotráfico. Es que más allá de la buena o mala onda que pueda percibirse entre el presidente argentino y el líder de los católicos de todo el mundo, la verdad es que uno y otro piensan distinto y no lo pueden disimular. "Francisco no es peronista, ni antiperonista, ni Guardia de Hierro, ni de derecha, ni de izquierda. Francisco siempre puso la religión por encima de la política y su visión sobre los más desprotegidos por encima de todo. Si querés saber cómo piensa el Papa, ahora mismo consultá el libro de Thomas Piketty El capital en el siglo XXI", explicó Bárbaro.

El dirigente asistió el fin de semana pasado al Coloquio de IDEA, donde dijo a los empresarios algo que Francisco piensa también. "Si el Estado no le pone un límite a la ganancia, será muy difícil que le ponga un límite a la pobreza." Bárbaro, igual que Francisco, cree que para combatir la desigualdad no sólo hace falta terminar con la corrupción, sino disminuir la enorme y creciente concentración de la riqueza. Así como algunos interpretan que Macri, al definir a Francisco como líder moral del planeta, también estaba diciendo que el que decide cómo gobernar la Argentina es él, otros sostienen que al elogiar a la gobernadora María Eugenia Vidal y a la ministra de Bienestar Social, Carolina Stanley, lo que está haciendo el Papa es elevar a dirigentes que parecen más preocupados por los pobres.

Los que, como Bárbaro, conocen el verdadero pensamiento político del Papa consideran que la Iglesia que él representa "jugó a fondo" contra la candidatura de Aníbal Fernández y ayudó, a través de cientos de curas párrocos, a llevar el mensaje que le permitió prevalecer a Vidal. "Es que al Papa lo preocupa, y mucho, el aumento del narcotráfico", explicaron. Pero a Francisco, además, lo preocuparían, especialmente, la persistencia de la "grieta" y el aumento de su intensidad durante la campaña para las elecciones legislativas del año que viene. ¿El Papa sabe algo que nosotros no sabemos? ¿Los amigos de Su Santidad tienen acaso la certeza de que la ex presidenta, acosada por sus problemas judiciales, hará una alianza con Daniel Scioli para competir, en igualdad de condiciones, con el candidato del oficialismo, que recibirá el apoyo de Vidal?

Margarita Stolbizer ha detectado que el ritmo de las investigaciones contra la ex jefa del Estado mermó de manera significativa. ¿Hay un pacto no escrito entre Macri y Cristina para polarizar el electorado? ¿Hay funcionarios del Gobierno que prefieren mantener la situación de Cristina en stand by para que juegue en los comicios y así volver a vencer al Frente para la Victoria? ¿Hay especulaciones en la mesa chica de la administración Macri para mantener en primera plana los casos de corrupción por si los "brotes verdes" de la economía no resultan suficientes para entusiasmar al electorado?

Como dice Bárbaro, el "servicio de informaciones" de la Iglesia Católica Apostólica Argentina es frontal, transparente y eficiente. Más allá de quienes se arrogan el papel de voceros de Francisco y son desautorizados desde la Santa Sede, el Papa recibe información de primera mano y envía sutiles directivas para influir sobre las decisiones de Macri. Dicen sus amigos que Francisco siente que los sacerdotes argentinos constituyen un reaseguro para marcar la cancha de una administración que cree en la teoría del derrame y la libertad de mercado como la única fórmula para hacer crecer la economía y bajar los niveles de pobreza. Por eso la incorporación de la Iglesia a la Mesa de Diálogo Social fue recibida en el Vaticano como una buena noticia.