(Columna publicada en Diario El Cronista Comercial) En el medio de la devaluación y la corrida cambiaria de final todavía incierto, el Presidente Mauricio Macri cuenta con una pequeña ventaja. Excepto una parte del kirchnerismo, la mayoría de la oposición no quiere que el país se incendie. Y esto incluye a dirigentes como Sergio Massa, Juan Manuel Urtubey y Miguel Angel Pichetto. O por lo menos, eso es lo que dicen ahora los tres. En público o en privado.

La parte mala es que Macri también convive con una interna múltiple que esta semana tuvo su pico de confrontación. La del jefe de gabinete, Marcos Peña, con María Eugenia Vidal y Horacio Rodríguez Larreta, y la de Elisa Carrió con las máximas autoridades de Unión Cívica Radical. La primera está atravesada no solo por la discusión sobre la estrategia de cómo acordar con la oposición. Vidal y Rodríguez Larreta están tratando de defender el presupuesto, para que el traspaso de Edesur y Edenor no los termine afectando demasiado.

Todavía está en veremos el de AYSA, pero quizá se acuerde hacerlo más adelante, y de manera paulatina. Macri y Peña se lo hicieron saber a Vidal y Rodríguez Larreta de manera amable, pero firme: si ellos no son capaces de ceder un poco, los gobernadores peronistas tampoco van a ayudar a cumplir las metas del déficit fiscal. María Eugenia y Horacio tienen una mirada diferente: creen que para ganar el año que viene, van a necesitar más dinero y menos palabras; más obras y menos promesas; más ayuda social y menos fotos de campaña. Macri y Peña, en cambio, aunque no lo dicen en público, siguen pensando que, cuando las papas quemen, los peronistas van a radicalizar su discurso. Que se van a poner más cerca de Cristina Fernández, aunque queden algo descolocados, que de una posición más comprensiva con un gobierno en dificultades.

A propósito de la ex presidenta, la agrupación que lidera Massa tampoco acierta a plantear una estrategia para neutralizarla. Aunque muchos consideran, que debería estar presa y eso incluiría levantar la voz para que le quiten los fueros parlamentarios, otros argumentan que hacerlo le daría a Fernández más visibilidad, y que conspiraría contra la intención de Massa de captar parte de sus votos. El ex intendente de Tigre tiene una hoja de ruta para que la ancha avenida del medio no se transforme una vez más en un pasaje, o una cortada. Trabaja para que la mayor parte de los dirigentes que suponen que Cristina ya fue, participen de una gran primaria. Desde Urtubey a Juan Manuel de la Sota. Desde Miguel Angel Pichetto hasta Florencio Randazzo. ¿Y el los seguidores de Cristina? Massa cree que deberían hacer rancho aparte. El, por lo pronto, no está dispuesto a aparecer en ninguna foto donde se encuentren la ex presidenta, Máximo Kirchner, los demás integrantes de la Cámpora o dirigentes como Luis DElía o Hebe de Bonafini. Massa cree que lo principal es impulsar una gran primaria abierta, pero sin golpes bajos, carpetazos o chicanas.

La última encuesta en la que Roberto Lavagna aparece como uno el dirigente argentino con mejor imagen, creen fuentes cercanas a Massa, que forma parte de la interna chiquita. Entre los políticos y los analistas más tradicionales, se suele confundir, y mucho, la imagen con la intención de voto. Por ejemplo, la imagen del Presidente, desde principios de año, para acá, bajó, entre 20 y 30 puntos, depende de la encuestadora. Sin embargo, aún así en los ejercicios de simulación electoral, mantendría un piso de más de más del 30% de los votos en una hipotética primera vuelta, una base levemente superior a la que todavía conserva la ex jefa de Estado.

Por otra parte, los que fantasean con la idea de que si la imagen de Macri sigue bajando, sería una buena alternativa presentar como candidata a presidenta a la gobernadora Vidal, deberían chequear algunas encuestas de simulación. Esos trabajos demuestran que los destinos de Macri, Vidal y Rodríguez Larreta, por ahora, no se pueden escindir. Lo bueno que les pueda pasar les sucederá a los tres. Y lo malo también. Los que miran el mapa electoral de acá a un año no se atreven a dar definiciones contundentes. Los que analizan la economía y la política ahora, sí. Por ejemplo, todos, dentro y fuera de Cambiemos, consideran que Carrió es un activo muy valioso para seguir denunciando, por ejemplo, las demoras de la justicia para condenar y eventualmente detener a decenas de ex funcionarios kirchneristas que todavía permanecen en libertad, incluida Cristina.

Pero que cuando se pone a hablar de economía, como con el famoso asunto de las propinas, o a pelearse con sus socios del radicalismo, le genera tanto daño al Gobierno como la incertidumbre cambiaria. Es posible que esta semana Macri o Peña se vuelvan a juntar con ella, para contenerla e informarla sobre las próximas decisiones del Poder Ejecutivo. A Lilita no le gustó que la dejaran afuera del último encuentro de San Isidro de la llamada mesa política. Quizá el Presidente le recuerde que uno de los motivos que ayudaron a potenciar la corrida cambiaria fue el ruido que produjeron sus declaraciones y las de Alfredo
Cornejo sobre el aumento de tarifas.

Cerca del jefe de Estado dicen: "el susto generalizado por los saltos del dólar quizá nos esté dando una pequeña ventaja. Pero ya no queda espacio ni margen para el más mínimo error".