(Columna publicada en Diario El Cronista Comercial) El Presidente Mauricio Macri se hizo cargo de un nuevo trabajo: explicarle al mundo que los cuadernos de la corrupción K no van a tener la misma implicancia en la economía real que el Lava Jato en Brasil. Ya envió a varios secretarios y ministros a "separar la paja del trigo". Y él mismo está dispuesto a comunicarse con otros jefes de Estado y dueños de bancos y fondos de inversión para aclarar el punto.

Dicen los ministros económicos de la actual administración que mientras el Lava Jato afectó a un gobierno en ejercicio, como el de Dilma Roussef, los cuadernos de Oscar Centeno impactan en la administración anterior, empezando por la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner. Explica un ministro por el que pasan algunos de los principales contratos de obra pública que ya se comun có con los principales bancos que están financiando las PPP, y que la mayoría se mostró dispuesto a seguir financiando los proyectos. El ministro de Transporte, Guillermo Dietrich, es más optimista todavía.

Cerca de él aseguran que ahora se sumarán a las grandes obras multinacionales y compañías extranjeras que antes no lo hacían porque no tenían como justificar los pagos de coimas a sus casas matrices. También afirman que empezarán a participar de los proyectos empresas más pequeñas que no entraron en el sistema de corrupción K y otras que fueron apartadas porque no eran del agrado de los socios del club de la obra pública.

Cerca del propio Macri explican la suba del dólar y el riesgo país del viernes pasado más por los problemas estructurales de la economía que por los cuadernos de la corrupción K. Al contrario: el Presidente y su mesa chica entienden que ahora el peronismo no kirchnerista debería diferenciarse de Cristina Fernández de verdad y que, una manera de hacerlo, es ayudar a que se apruebe el Presupuesto nacional del año que viene.

Macri prefiere no repetir los dichos de quienes sostienen que prefieren dos años de recesión a un país que siga presentando los niveles de corrupción que tenía hasta diciembre de 2015. Tampoco comparte la idea de que el escándalo de los cuadernos va a desalentar a los bancos a prestar a empresas cuyos directivos están involucrados en los pagos de coimas. Y recomienda a sus ministros que no presten atención a las últimas encuestas que llegaron a sus
escritorios.

Esas encuestas dicen que a Cristina Fernández parece no haberle hecho mella la publicación de las denuncias cuya investigación inició Diego Cabot, de La Nación. Al contrario: la intención de voto de la ex presidenta habría subido un par de puntos, superando, incluso, aunque por poco, el promedio de Macri. En el tercer lugar, se encontraría Sergio Massa, apareciendo por primera vez entre los postulantes con expectativas para reemplazar al actual presidente. El jefe de Estado pide a sus colaboradores inmediatos que no presten atención no solo porque falta un año para las PASO, sino para que pongan energía en lo que más le importa: cumplir con la meta de baja del déficit fiscal a la que se comprometió con el Fondo Monetario Internacional, el prestamista de última instancia. Macri confía en que a pesar de todo, la tormenta pasará y cerca de fin de año se empezará a notar en el bolsillo y el humor de los consumidores.

Mientras tanto, sus asesores en comunicación empezaron a instalar una idea que conecta con el consciente colectivo de una buena parte de los votantes de Cambiemos en 2015. La idea contrafáctica de qué hubiera pasado si las elecciones les hubiera ganado Daniel Scioli. Se responden, por supuesto, que no se habría ni alcanzado a discutir la posibilidad de legalizar el aborto seguro y gratuito, que los cuadernos de Centeno no hubiesen salido a la luz, porque su amigo Jorge Bacigalupo no se los habría facilitado a Cabot, y que el Club de Socios de la Obra Pública seguiría vivito y coleando, y revoleando bolsos y pagando coimas por doquier.

Los que pudieron hablar con el Presidente en las últimas horas lo percibieron preocupado por el destino personal de su primo, Angelo Calcaterra, pero también por el avance de la investigación. Teme que se termine frivolizando y se transforme en una especie de show de los arrepentidos. Está muy atento a lo que pueda pasar con la ex presidenta. No piensa igual que los integrantes del ala política, quienes prefieren una Cristina desgastada pero no presa, porque su
victimización podría resultar un boomerang para las posibilidades electorales de Cambiemos.

Macri afirma, ante sus íntimos, que si pudiera elegir, optaría por llegar bien a fondo, caiga quien caiga, incluida la líder de Unidad Ciudadana. Sus amigos lo han escuchado decir que estamos en la era del cambio permanente, y si él no empieza no aceptar los cimbronazos que esto implica, no va a ser capaz de gobernar la Argentina, con todas las desventajas que tiene frente al mundo. Y que eso implica soportar las consecuencias para su familia, sus amigos, y cualquiera de las personas que están a su alrededor, por más que los quiera de verdad. "Nunca ha estado conceptualmente más cerca de Lilita Carrió que ahora", sintetizaron, quien lo pudieron ver y escuchar, durante los últimos días.