Lunes. El psicoanálisis es nuestra ciencia absoluta y los lacaneanos son los últimos positivistas. Todo esto dicho como elogio. De hecho, el psicoanálisis lacaneano tiene un único postulado total: el hombre es una máquina de la desesperación idiota. Luego, el psicoanálisis lacaneano debe ser entendido ligado al arte moderno. Lacan está más cerca de Pollock que de Jung, por ejemplo. ¿O no pintaba Pollock también los indescifrables paisajes de nuestra neurosis, la complejidad del signo y lo real? Jung siempre fue un paspado, un optimista, un viejito loco, un astrólogo sin confesión, algo muy residual del siglo XIX. En cambio, Pollock. Número 1. 1950. ¿No se entiende? Obvio que se entiende. Y es hermoso, casi mimético en su brutalidad y en su negatividad. Ahora me pregunto, ¿quién debería ser el actor de la biopic de Jaques Lacan?

Martes. Leo el diario de Walser de 1926: “En otras palabras: pondré todo mi empeño en evitar escrupulosamente cualquier clase de fanfarronada.” Qué rudimentario. Robert Walser, un hombre frágil, desabrido. Modelo del fóbico. Lo leo para evitarlo.

Miércoles. “Nunca falta el burro que cree que el problema es el psicoanálisis” escribe en Twitter la señora Kohan. Proverbio rumano: “Un loco tira una piedra al agua, diez sabios no la pueden sacar.”

Jueves. La pasión reverencial del argentino por el psicoanálisis, ¿de dónde sale? Hoy fui a la galería Nuevo Mundo, Avenida Callao, a ver Paisaje Mudo, una muestra de Martín Palottini. Hablamos del prestigio, el color dorado, las diferentes formas de la composición, la belleza y las ambiciones y frustraciones del artista contemporáneo.

Jueves, más tarde. Le aplicamos máquinas de velocidad a la lectura. Nos aceleramos. Nos angustiamos. Pero no dejamos de leer con esas máquinas. Todos deberíamos ser capaces de manejar un poco caos. Aunque quizás la pregunta sea ¿cuánto caos sos capaz de manejar, o incluso de soportar? Un titular del Daily: “Deadly brown snake EATS another snake after getting tangled up during a battle.” Una vez estábamos de viaje y Mavrakis me dijo: “A mi los paisajes naturales no me importan nada.” Me dejó de una pieza. Justo a mí me dice eso, a mí, que soy un abrumado de los abismos wagnerianos y un admirador ingenuo la belleza de la geografía. Fue una lección dura y válida.

Viernes. Gran Bretaña deja la Unión Europea. Cameron renuncia. Es histórico. Veo un video en YouTube. El título: “UK protesters try to burn the EU flag, but can't because of EU regulation on flammable materials.” Lo que se ve es un hombre encapuchado, con un encendedor y una bandera azul con estrellas de la CE sin poder encender el fuego que caliente su autonomía.

Viernes, más tarde. “La única iglesia que ilumina es la que arde.” Qué frase terriblemente hermosa. Es obvio que “iglesia” funciona aquí como un eufemismo para “el mundo” o “las personas que me desagradan”, el templo que todo lo cobija. La segunda mitad del siglo XX nos vendió que solo se podía gozar en la heterodoxia. Qué ingenuidad. Como decía Voltaire, por la mañana hago planes y por la tarde hago tonterías.