Lunes. Hace calor y escucho poca música. ¿Por qué? No lo sé. Falta de concentración, falta de ocio. Conseguí, pese a eso, un Don Giovanni en tres discos. La escucho en el auto mientras cruzo por la ciudad soleada del estío. El viernes asumió Trump. Don Giovanni lo refleja pero con imágenes que no termino de entender. Todo en Trump va a traer sorpresa. Si hace, si no hace. Si dice, si no dice. El viernes 6 de enero murió Piglia. Que Dios lo cuide.

Martes. Leo una nota en Vice titulada: “Artistas que estaban tan drogados que no recuerdan haber hecho algunas de sus obras.” La lista incluye a Stephen King, a Bowie y a Ozzy Osbourne. Una cita de Cyril Connolly del libro The Unquiet Grave: “The more books we read, the sooner we perceive that the true function of a writer is to produce a masterpiece and that no other task is of any consequence.” No es una buena cita. Mucho superyó, mucho imperativo. La trampa de una aseveración tan categórica es qué entendemos por "masterpiece". Estoy seguro que hay alguna "masterpiece" que me gustó y otra "masterpiece" que no. Y que muchas veces se prefiere leer un libro que más bien no es una "masterpiece" a uno que sí. Y a veces incluso prefiero leer una revista. Y otras, mirá lo que te digo, leer Facebook, como ahora. Los equívocos del superyo del artista siempre están a la mano. Bueno, basta de boludeces. La clave no es "masterpiece", la clave siempre fue y es y va a ser la lectura. Momento se puede decir más fácil: the more books we read, menos ganas tenemos de tener que lidiar con las exigencias de una masterpiece. Harold Bloom: “Todo lo que es débil es olvidable y será olvidado.” A lo que uno podría responder: Todo lo que es débil es olvidable y será olvidado, y todo lo que no lo es, también.

Miércoles. Como me aburro en el trabajo, entro en sitios de odontología y chateo con robots. Ellos siempre están ahí con su voz fría y comprensiva. A uno le pregunté si era posible que me implantaran una dentadura en el ano. El robot responde: “Prefiero volver a una conversación educada. Le sugiero que nos deje su teléfono y en breve lo contactaremos.” Mavrakis me dice: “la respuesta del robot no es mala, no juzga moralmente” Qué gran virtud. Le respondo que es un robot de negocios médicos, no es un robot moral. “Ya lo van a reprogramar para que diga "¡machista!" agrega Mavrakis. Antes las feministas acusarán a los robots odontológicos de reproducir la cultura del patriacrado.

Miércoles, más tarde. Qué cosa horrible la sonata para trompeta de Hindemith.

Jueves. Directo de YouTube, miro Los chicos de la guerra de Bebe Kamin, de tres soldados que van al frente uno termina loco cosiendo a tiros la casa de los padres con un FAL, otro termina preso después de perder el trabajo de lavaplatos que tenía y agarrarse a piñas en un bar, y el tercero termina en un concierto de Baglietto. O sea, los tres finales son trágicos. Termina la película y en la web encuentro una foto de marte. La miro, la examino. Sigo con otras fotos. Creo que buscamos en el espacio la otredad completa y encontramos reflejos de nuestros paisajes interiores y puntuales descripciones de nuestra neurosis. Por eso un cráter nos recuerda a una piel dañada, la erosión marciana se transforma en una cicatriz y las nubes en manchas sensuales. Vemos a los planetas y los vemos con caras, con ojos, con bocas. Es nuestra mirada la que los cubre de epidermis, la que los hace orgánicos, fractales, la que los acerca, la que los apropia. Ellos son indiferentes al cosmos, siempre lo fueron, pero nosotros no.

Viernes. Me paso la semana comprando antiguos números de la revista Gente en Mercado libre.