Hay una comedia en los cines; bueno, en algunos, en realidad en unos pocos (ver más abajo), dirigida por un joven chileno que vive en Buenos Aires desde hace unos años. Es una comedia romántico-sexual que transcurre entre Buenos Aires y Santiago. Y está protagonizada por Antonella Costa. Y que compitió y llenó sus funciones en el Bafici y que también se dio en Nueva York en el festival de Tribeca, “el de Robert De Niro”.

Esta comedia se llama Dry Martina y es altamente recomendable (y también son altamente recomendables las dos comedias anteriores del director, que pueden ver acá. Y puede decirse que es almodovariana del Almodóvar más temprano, vital y punzante. Y que hace humor con las diferencias de lenguaje entre chilenos y argentinos (y así hay que entender el “seca” del título de esta nota). Y, como uno de los estrenos de esta semana, Dry Martina consiguió nueve salas: dos en Gran Buenos Aires zona oeste, dos en Rosario, una en Mendoza, una en Neuquén, una en La Plata, una en Gran Buenos Aires zona norte y una en la Ciudad de Buenos Aires. Un mapa no muy ortodoxo para el tipo de película, quizás hasta se pueda decir sin gran temor a equivocarse que no sea el lanzamiento más recomendable. Entre las nueve salas tiene 18 horarios diarios. Es decir, un promedio de dos horarios por sala; en algunas tres, en otras sólo uno, triste, solitario y tal vez final. Ah, en una de las de un único horario diario el sábado se suma una función de trasnoche.

Cuando la lógica de disponibilidad a pedido (on demand) es la lógica hogareña para la mayor parte del público, esa lógica se replica en los cines solamente con una clase de estrenos: los que ofrecen más funciones diarias que Dry Martina en todo el país en un solo complejo de salas, como por ejemplo Los increíbles 2 en el Hoyts Abasto (21 por día en su segunda semana de exhibición, y sin contar las trasnoches). No sería lógico, obviamente, pretender que una película tanque animada y preparada para arrasar hasta pasadas las vacaciones de invierno se oferte de modo equivalente al de una comedia chileno-argentina. Pero lo cierto es que cuando se empezó a naturalizar que había estrenos más y más y más y más y más grandes y estrenos más y más y más y más y más pequeños empezó el problema que hoy parece ser terminal. Hay películas extremadamente visibles, imposibles de no ver, cuyas funciones se ofertan con una frecuencia frenética: ¿llegaste tarde a la función de las 14.00 de Los increíbles 2? tenés otra a las 14.10 y otra a las 14.30. Esto no es una hipérbole, es la lectura de la cartelera. En cambio, si llegás tarde a la función de las 15.00 de Dry Martina de BAMA Cine arte (el de Diagonal Norte, del que se indica en algunas páginas de cartelera cinematográfica que “no tiene patio de comidas”) para la siguiente función tendrás que esperar casi siete horas, hasta las 21.50. En esa función nocturna de este sábado 23 de junio el director Che Sandoval estará para conversar con el público, alguien que hace comedias contemporáneas latinoamericanas, más específicamente chilenas o chileno-argentinas. Lástima que su carrera se esté desarrollando cuando ya casi nadie ve comedias ni cine latinoamericano, ni casi nada que no sean tanques y otros elementos más acordes con las guerras del cine a gran escala.