pelotas y dinero

Por Pablo Llonto. Para las élites económicas del fútbol, la palabra democracia no existe. Para las élites del periodismo deportivo tampoco.

 

La noticia muy reciente indicaba que cuatro presidentes de los mal llamados clubes grandes del país renunciaban a sus puestos en el Comité Ejecutivo.

Las imposiciones de Rodolfo D’Onofrio (River), Daniel Angelici (Boca) Matías Lammens (San Lorenzo) y Víctor Blanco (Boca) para que se atienda como a un patrón de estancia al presidente de la Liga Española de Fútbol Javier Tebas, generó el repudio de varios dirigentes de clubes del ascenso y de las provincias que observaban que se les metía por la ventana la Superliga que tanto anhelan los 4 cabecillas del desparpajo.

¿Por qué estos cuatro dirigentes no aceptan que las cuestiones se definan en una Asamblea o con el voto popular de los socios en un refrendum?

Luego del desplante, hicieron circular dos versiones que el periodismo deportivo del lunes tragó como sapos. La primera, que se trataba de una renuncia indeclinable. La segunda, amenazante: que el Gobierno por medio de La Inspección General de Justicia iba a intervenir la AFA. ¿Algún periodista deportivo sabe realmente cuáles son los requisitos para que la IGJ intervenga una asociación civil?

Pero claro, ellos aprovechan el vacío de inteligencia y meten siempre el miedo como método.

Es hora de que el periodismo deportivo les diga a los 4 soberbios que si quieren ser como España, que se vayan a Europa. Que si pretenden trepar un escalón más en su irracional teoría del fútbol mercancía, vayan a contagiar sus valores a otra parte.

Existe un sector de la crítica deportiva y una porción de los hinchas que está fascinado, como quien va a los cines caros y exclusivos, con la Superliga. Encuentran en ella las virtudes que sus ambiciones individuales les ordenan. Una sola palabra los guía: codicia.

El escenario en la Argentina se vuelve cada vez más escabroso. En todos los frentes. Los que vinieron a cambiar las cosas, también asaltaron el fútbol y profundizan el camino de la exclusión: al pobrerío, al humilde, expulsarlo.

Gracias a pequeños – y a veces imperceptibles actos de dignidad – el fútbol argentino había logrado mantenerse vivo, pese a los Grondonas, los Angelicis, los Macris. No puede ser que nos manejen los reyes de los Panamá Papers o aquellos que entregaron el dinero en la boca de la corrupción FIFA-CONMEBOL.

Enfrentar estas fuerzas es la primera obligación. A estas alturas cuando unos cuantos defienden lo indefendible, la voz de los de los de abajo contará con el apoyo de los periodistas que no bajaremos jamás las banderas de la democracia, la justicia y la igualdad.