Cuánto nos hubiésemos ahorrado de sospechas, sueldos elevados, mala información y desmentidas absurdas si el periodismo – y la Justicia - le prestasen atención a uno de los hombres que más investiga y husmea en la Argentina. Con pruebas y sin sanatas de malos informantes.

Desde 2004 al menos, el periodista (muy dedicado al deporte) Gustavo Veiga (Pagina 12 entre otros medios) mantiene, de nota en nota, sus denuncias hacia un personaje a quien el presidente Mauricio Macri colocó nada menos que al frente de la Agencia Federal de Inteligencia, es decir, de los espías y recolectores de información.

De todo aquello que escribió, sobresalían las denuncias por evasiones en los pases de futbolistas en perjuicio del fisco y de los clubes. Para estos tiempos de instituciones y AFA quebrada, cuánto valor tenía haberlo escuchado.

Hoy, ya es tarde. Gustavo Arribas, el escribano íntimo amigo de Macri, se encuentra en el centro de los flechazos que lanza medio mundo pidiendo su renuncia luego de que se lo mencionara recibiendo sobornos de 600.000 dólares por una denuncia del arrepentido operador financiero y cambiario brasileño Leonardo Meirelles, hombre condenado por la justicia de su país en la investigación Lava Jato.

En su declaración, Meirelles señaló que Gustavo Arribas, recibió cinco pagos desde septiembre de 2013, cuando se puso en marcha el contrato para el soterramiento del ferrocarril Sarmiento encargado a la empresa brasileña Odebrecht.

Esta vez el caso tuvo repercusión porque el encargado de ponerlo en superficie fue Hugo Alconada Mon, periodista de LA NACION quien obtuvo copias de una documentación que acredita la denuncia y que integra un proyecto periodístico liderado por el equipo peruano IDL Reporteros.

Pero no fue Mon sino Veiga quien primero dijo que debía investigarse la actuación de Arribas en Brasil por sus oscuras intervenciones en transferencias de jugadores. Una nota publicada en el primer número de la revista Un Caño de 2005 se titula. “ La doble vida de Mauricio (y Gustavo Arribas” y allí el periodista señala que ex dirigentes de Boca manifestaban abiertamente que Arribas era uno de los testaferros de Macri en las operaciones y pases de futbolistas.

Sería bueno que el juez Canicoba Corral, quien tiene en sus manos la denuncia que la socia política de Macri (Carrió) formuló la semana pasada contra Arribas, antes de opinar livianamente como lo hizo en radio 10 sobre una causa que recién se inicia, leyera alguna de las notas que Veiga ya escribió en el mejor diario de la Argentina. Por ejemplo la que dice esto: “Desde San Pablo, donde (Arribas) vivía antes de retornar a Buenos Aires para transformarse en el jefe de los espías, controlaba G.H.A, especializada en la administración de bienes inmobiliarios; HAZ Brasil, la más conocida y mediante la cual negociaba pases o la representación de futbolistas; y Storm Producciones, dedicada a la fotografía publicitaria. Los datos de las sociedades que integró o integra todavía Arribas fueron obtenidos de las fichas catastrales de la Junta Comercial del estado de San Pablo, un organismo que se ocupa de promover el desarrollo económico. Entre sus socios había de todo: el abogado Alexandre Verri, quien estuvo imputado por lavado de dinero porque se le atribuyó haber participado en la creación de la sospechada MSI, la sociedad que transfirió a Tevez y Mascherano al Corinthians. En abril de 2014 resultó exonerado de esos cargos y ahora representa a intermediarios como Arribas y pertenece al Instituto Brasileño de Derecho Deportivo. También hizo negocios con el senador del PDT Zezé Perrella y ex presidente del club Cruzeiro. Varias de las operaciones que concretó Arribas con jugadores tuvieron como pantallas al Locarno suizo o el Deportivo Maldonado uruguayo, dos clubes utilizados a menudo para evadir al fisco en otros países.”

¿Aprenderemos?