La situación del atletismo argentino es preocupante. Mientras el periodismo deportivo insiste en silenciar al deporte madre, los atletas, en buena parte, resultan abandonados a su buena o mala suerte y la escasez de docentes en las escuelas secundarias, en los clubes y en los espacios públicos, confirmando así la poca atención a una de las disciplinas en las que la Argentina supo brillar.

Días atrás el maratonista Mariano Montemarino dijo: "El atletismo argentino está bien, pero se necesita apuntarle a los que vienen atrás. Los más grandes vemos que falta trabajo para los más chicos. Hay que salir a buscarlos a los chicos, los talentos los tenés que encontrar. Hay que buscarlos en los colegios, en los barrios. La Argentina tiene potencial".

El último Mundial de Londres trajo unos pocos resultados interesantes para la elite del atletismo nacional, en el medio de escasa cobertura por nuestros periodistas, inflamados con el fútbol, como si se tratase del único deporte argentino. Juan Scarpin, presidente de la  Confederación Argentina de Atletismo hizo un balance luego del Mundial en La Nación y puntualizaba que teníamos que seguir el ejemplo de los venezolanos: “Con todas sus crisis, con todos sus problemas. El atletismo es obligatorio en las escuelas. Hace años, antes de la crisis, tuvieron el segundo mayor presupuesto de Sudamérica y supieron aprovecharlo. La Argentina llegó a estar. séptima. Aunque no creo que el dinero solucione todo, pero 10 años con esos recursos sí influye. Lo gestionó la federación, pero el dinero viene de arriba. Hay una decisión, hay un camino. Y el gobierno de Venezuela no se metió en la preparación de los deportistas. En nuestra realidad, el que baja la plata opina”.

Una muestra de todo ello ocurrió el fin de semana pasado. Dos carreras de fondo se realizaron en Capital y el Gran Buenos Aires. En la primera, nuevamente organizada por la Asociación Ñandú y el diario Clarín las situaciones oscuras abundaron.

El semanario cooperativo Tiempo Argentino denunció que Ñandú, presidida por un periodista de Clarín, Luis Vinker, y manejada desde atrás por otro periodista de Clarín, Ricardo Roa, embolsó más de 20 millones de pesos en inscripciones, todo ello con los permisos y el guiño del gobierno de Cambiemos de Horacio Rodríguez Larreta.

“El vínculo entre Ñandú y Clarín se afianzó en 2015, producto de la afinidad entre Ricardo Roa, editor general adjunto del diario, y Francisco Irarrázaval, ex subsecretario de Deportes de la Ciudad, a cargo en la actualidad de la dirección de la señal estatal DeporTV", remarcó el artículo de Tiempo.

He aquí el falso apoyo al atletismo. Bajo el disfraz de una Asociación Civil, se logra negocio para pocos y ni siquiera entregan premios a los vencedores de las pruebas ya que tercerizan los mismos.

En el Facebook de la carrera un participante de la maratón denunciaba a Ñandú como “pajarrillo comercial”. Buena razón tenía ya que, entre otras cosas, la comercialización de las camisetas para la multitudinaria carrera, significaban la propaganda gratuita al diario de los empleados Vinker y Roa, ya que la vestimenta llevaba impreso el logo del diario de la corneta.

A casi 30 kilómetros de la ciudad, otra era la historia. Con el esfuerzo de los docentes y estudiantes de una escuela pública de Berazategui, se llevó adelante la XIII Maratón llamada “La carrera de Miguel” en homenaje a Miguel Sánchez el maratonista secuestrado y asesinado por la dictadura.

Carrera gratuita, con alta participación de jóvenes, y sin negocios periodísticos atrás. Un hecho conmovió a los espectadores: dos corredores, Martín Sharples y el periodista Nacho Levy corrieron con las camisetas de Racing e Independiente, uno al lado de otro, y con la inscripción “¿Dónde está Santiago?”

Esta última carrera fue negada en la información de los medios hemegemónicos. Para Clarín, fue la carrera inexistente. La misma conducta de ocultamiento que el autodenominado Gran Diario Argentino tuvo con el Encuentro Nacional de Mujeres (50.000 mujeres) celebrado en Resistencia, Chaco.

De todos estos silencios tendremos que sacar conclusiones. Para cuando querramos saber quiénes son los verdaderos periodistas, y quienes los autores de tanta censura y amantes del vil dinero.