Como suele ocurrir, las grandes lecciones sobre periodismo salen de las cabezas de quienes no trabajan como periodistas pero conocen más del mundo de la comunicación, del respeto y de la dignidad que la inmensa mayoría de los que usan un micrófono, un texto o, sobre todo, una pantalla de TV.

Esta semana los hechos fueron tres. Y dos de ellos partieron del mundo deportivo.

Luego de todo el revuelo que se armó con el programa “No todo pasa”  y la conducta de Gustavo Grabia de dar a conocer los nombres de los futbolistas víctimas del abuso, el club Independiente emitió un comunicado de prensa donde anunció: A raíz de los acontecimientos de público conocimiento, el plantel profesional del Club Atlético Independiente, con el total respaldo de la Comisión Directiva, decidió cesar con el servicio de entrevistas a los medios TyC Sports y Diario Olé. La medida tiene como principal motivo las injurias causadas a la institución y a las personas damnificadas, producto de la irresponsabilidad en el tratamiento noticioso de una causa de extrema sensibilidad, sin contemplar ni respetar las debidas garantías del proceso".

Ha sido Independiente quien le indica al periodismo petulante que existen “debidas garantías” en un proceso y que hay irresponsabilidad cuando se trata una noticia de esa manera. “Uno es persona, uno es ser humano” dijo uno de los futbolistas afectados por la delación de un programa de TV que aún debe más y más disculpas por su antiperiodismo.

El otro punto lo aportó César Luis Menotti en una entrevista que le dio a Mariano Verrina de Clarín en el ejemplar del sábado 5 de mayo: “Veo las agresiones y la soberbia de tipos que no jugaron nunca al fútbol y agreden y ofenden. Dicen ‘se equivocó en el cambio, tendría que entrar tal’ ¿vos quién sos? Decí que el cambio que hizo perjudicó al equipo, listo. Pero no digas que hubieses hecho otro cambio ¡Vos no lo vas a hacer nunca porque no sos entrenador! Hay un conjunto de jóvenes que creen que saben todo y analizan con una soberbia que no se condice con su condición de periodista. ‘ yo el penal lo hubiese tirado’. ¡No, vos no lo hubieses tirado ni lo  vas a tirar nunca porque no vas a entrar nunca a la cancha de Boca! Aprendé y escuchá lo que se siente al ponerse una camiseta y entrar en una cancha. Sé prudente”.

Los reclamos por sensibilidad y prudencia, no son apelaciones al corazón de los periodistas deportivos. Son cuentas pendientes del ejercicio de una profesión que cada vez alberga más personajes que pretenden la fama, la gloria y el dinero antes que el principal norte que debe alumbrarnos: el ejercicio del periodismo con respeto y defensa de los Derechos Humanos, en especial de quienes son la mayoría de esta humanidad, los trabajadores. Y los deportistas, y los futbolistas, y los entrenadores, son trabajadores.

Un párrafo final para el desfachatado de Mark Zuckerberg, el dueño de tantas cosas, entre ellas de Facebook, quien les anunció a un grupo de periodistas de los Estados Unidos que una de las maneras de controlar las noticias falsas en la red, era dándole opinión y participación a los lectores, al pueblo.  El empresario repasó su idea: "Estamos intentando que nuestra comunidad nos diga qué es la calidad y, luego, estamos alimentando con eso a los rankings para garantizar que lo que la mayoría de la gente piensa que es creíble sea lo que es más promocionado".

Es decir, darle el voto a lo que el periodismo ambicioso llama “la gente”.

La propuesta causó dolor de vientre a las cámaras empresarias periodísticas y a muchos jetones de la profesión que salieron a destrozarlo porque, claro, ¡cómo se le iba a ocurrir a un pelandrún de estos someter al periodismo a un mínimo “control popular”!

Claro, eso es lo que menos quieren los dueños de los medios y los periodistas. Que les midan la credibilidad. Buena sorpresa se llevarían unos cuantos, sobre todo en la Argentina.

¡Ay! y ¡doble ay! Cuánto tenemos para aprender.