Pobre el pueblo argentino. En estos tiempos de sufrimiento, llegó la otra condena: la que suele repetirse cada cuatro años cuando transitan las horas mundialistas y entonces no queda otra que soportar, de día y de noche, la matraca habitual de los periodistas que se autodenominan enviados especiales.

Mire usted que hay cosas e historias para contar en un Mundial. Ya sea que se hable de los 32 equipos, de los 736 jugadores, de Messi, de Sampaoli, de los miles de miles de latinoamericanos que se fueron para la ex URSS a mirar el Mundial, o de ese país gigantesco y aún digno que entremezcla sus iras nacionalistas extremas y horribles y algunas de sus conquistas sociales que aún  mantienen de pie.

Pero el periodismo deportivo argentino  (y el otro, que sin ser deportivo, se anima a hablar de todos los deportes) repite en cada Mundial sus discursos interminables (¿los aprenderán de memoria en algún lado para sacarlos a luz en los eventos FIFA?)

Se obstinan en no cambiar de tema, por ejemplo. Que dependemos de Messi, que dependemos de Messi y que dependemos de Messi.

Y se obstinan también en no contarles las costillas a los dirigentes que se pasean por Rusia, en el medio de un despilfarro que ha convertido a la FIFA en un lugar que solo causa indignación por el oro obsceno de sus ganancias mal repartidas.

Para algunos de ellos hemos encontrado la explicación para semejante pusilanimidad. Por ejemplo, Martín Liberman, periodista de FOX, fue contratado en Rusia para conducir el acto de inauguración de la Casa de la Conmebol . Es decir, para elogiar en Moscú a cuanto directivo de la podrida Conmebol camine por aquellas tierras.

Otros le soban el lomo a Fernando Marín, coordinador general de la candidatura absurda de una Argentina que se cae a pedazos y pretende organizar el Mundial de 2030 junto con Uruguay y Paraguay. A Marín, mano de obra del gobierno que ejecutó el quite de derechos que nos permitía tener Fútbol para Todos en la Argentina,  se lo ve contento en Rusia mientras habla de cómo endeudarán más al país con esa candidatura a la que vende así: "con el legado y pensando que vamos a tener que competir quizás con países más prósperos o más grandes pero que no sienten la pasión que sienten los nuestros".

¿Nadie le explica cuánto sale pagar un Mundial y cuánta deuda ya tenemos? Nadie le dice ¿lo vas a pagar vos el Mundial 2030 querido Marín con plata de tu bolsillo?

Y si algo faltaba era el regreso de dos personajes del periodismo arrogante y dañino. A uno lo rescató, lamentablemente, la TV Pública, en otro de los desaciertos de quienes manejan el canal oficial:  Macaya Márquez. Quien llegó para colmarnos de obviedades ( en un campeonato mundial de frases hechas, sale primero, lejos), un estilo que ha sabido conservar durante más de cuarenta años y que para este Mundial de Rusia trajo sus “pronósticos apetitosos”: el sábado pasado dio como candidatos a tres equipos de un total de cuatro, para pasar a la fase siguiente.

Y Marcelo Araujo enredándose con el idioma y extendiendo cada oración uno o dos minutos más de lo que el oído recomienda. Aún hay televidentes tratando de interpretar sintáctica y morfológicamente sus dichos.

Después, lo que usted quiera: un comentarista en radio Continental aconsejando que Sampaoli llame un sicólogo para nuestra Selección, un periodista que coloca zócalos en las pantallas de Canal 26 el domingo a la mañana preguntándose cuál filosofo de Oriente: ¿Argentina es más o menos que los otros grandes? O Mauro Viale llevando sicólogos y chantas a sus programas para que comparen en el panel los ojos de Cristiano Ronaldo con los ojos de Messi después de los empates España-Portugal e Islandia-Argentina.

Por suerte, las excepciones confirman la regla. Y ahí tenemos al joven Ale Wall en Tiempo y en la FM Radio con vos, o Ezequiel Fernández Moore en La Nación. Frente al exhibicionismo de decenas de periodistas en Rusia que van a hablar de ellos y predicar desde arriba cuál si fuesen gladiadores del fútbol, tómese unos minutos y lea a estos dos señores. Que al menos se enterará algo de las trastiendas importantes de un Mundial.