En un contexto de histerias y con escenografías colmadas de lirios y crisantemos, transcurrirán las próximas semanas del andar deportivo en el país. Tendremos de todo: reyertas dialécticas por el final del Mundial, tertulias interminables por el futuro de Messi, ridículas evocaciones a situaciones de otros Mundiales, recursos verbales de los más insólitos para calificar a Sampaoli y unos cuantos miles de engendros mediáticos dispuestos a decir lo que nunca dijeron bajo el paraguas inocente e incomprobable de “yo lo había dicho antes”.

Por ahí ya camina Fernando Niembro, y tantos otros, asegurando que “la Argentina no merecía ni la clasificación al Mundial” y desplumando a un jugador, vociferando que “Mascherano es un jugador de otra época”.

Ha llegado la hora de juzgar a un cadáver, como solemos decir en Tribunales.

Nuestra propuesta es distinta y pasa por encontrar a quienes aporten al menos un antídoto para estas intoxicaciones que se vienen.

Por allí andan las reflexiones de Gerardo Martino, el ex seleccionador, ahora por el fútbol estadounidense, quien dijo cosas como éstas antes de la eliminación frente a Francia: “ Argentina vive muy convulsionada, todos los días. Y no solamente por el fútbol o por la Selección: el día a día se hace difícil en la Argentina porque la gente vive alterada. Y vive con muchas ganas de pelear más que de disfrutar la vida. Y vive siempre buscando dónde están los problemas, dónde están los conflictos. Daría la sensación de que sin conflictos no podemos vivir. Lo que pasa día a día en la sociedad se traslada también al fútbol y de esa manera estamos viviendo. Estos chicos, o este grupo de la Selección, son argentinos, les pasa todo lo que le pasa a la gente que vive en Argentina, pero ellos también por desgracia lo reciben en la lejanía de Rusia”.

Si el análisis-Martino fuese cierto, o tuviese al menos cierta transparencia, podríamos realizar algún paralelo con los comportamientos estrafalarios que asoman para la AFA de los próximos días: si el gobierno está despidiendo gente de todos lados (basta ver los centenares de criminales telegramas en la agencia Telam), el despido de Sampaoli es inminente; si de arriba se la pasan mintiendo con las cifras, la AFA esconderá la catástrofe de números e indemnizaciones al cuerpo técnico que se van a cargar en breve; si aquí nadie sabe hasta dónde llegarán las ambiciones de quienes están saqueando el país, menos podremos saber las consecuencias de los múltiples incendios que se avecinan en el edificio de la calle Viamonte (más endeudamiento).

El periodismo, en un aspecto y en otro (el futbolero), aporta poco. Para la mayoría de los periodistas los hechos de la Selección se amontonarán en sus comentarios, como quien comenta la subida del dólar todos los días. Transcurrirán sumas y sumas de anécdotas sin apuntarle al fondo de la cuestión. Algún día tendremos que aprender que debemos vivir con lo nuestro y sin tantas ambiciones. Y que hay mil maneras de ser felices sin pretender imitaciones que vienen desde el Norte.

Se vienen meses de mucho cinismo en toda la sociedad, y el fútbol será una de sus caras más visibles.

Y quizás algo de razón tenga Martino; el fútbol se arreglará cuando podamos arreglar este triste país que sufrimos.